El Hércules sólo ha marcado dos goles en un partido en lo que va de Liga; fue en aquella visita al Rico Pérez de un Sabadell que pronto se quedó con un hombre menos y que minutos más tarde el árbitro Sánchez López terminó por desarmar al señalar un penalti riguroso a favor de los blanquiazules. En las cinco jornadas restantes, un tanto o ninguno.

Así, con esa incapacidad para cerrar partidos (5 goles en 6 jornadas) en los que normalmente es superior, el Hércules hace vida de funambulista. En ocasiones timorato, en otras envalentonado, vive sobre el alambre y cualquier leve corriente de aire le precipita al vacío. Prueba de ello es que los cinco goles recibidos por los de Siviero en la competición doméstica han sido determinantes en el resultado final y le han privado al Hércules de sumar hasta ocho puntos más, con los que estaría segundo en la clasificación junto a Elche y Villarreal B.

En el estreno liguero ante el débil Olot un fallo en la salida de balón de Samuel y en la segunda jornada un despiste en la espalda de Paco Peña en El Collao restaron cuatro puntos. En Cornellà fue Ismael Falcón, otro peso pesado, el que con una mala salida por alto impidió que el Hércules regresara a Alicante con algún punto en la mochila. Badalona y Ebro fueron los últimos casos, el primero con un defectuoso despeje de Pepelu al centro y el domingo, un malentendido entre Samuel y Falcón tras un largo saque de banda.

Tras los pasos de Herrero

Cábalas aparte, la realidad es que el Hércules de Gustavo Siviero iguala el pésimo arranque de temporada que cosechó el jiennense Manolo Herrero en la campaña 15/16, también con seis puntos y a diez puntos del liderato y a sólo dos del descenso. Curiosamente, tras ese titubeante inicio, el conjunto de Herrero enlazó quince jornadas consecutivas sin conocer la derota que le auparon al tercer puesto, aunque eso sí, con más empates de los debidos. El 17 de enero se rompió la racha con una derrota en casa ante el Alcoyano y Vicente Mir suplió a Herrero.

Desde que descendiera a Segunda División B en la primavera de 2014, el Hércules sólo ha defendido en pequeños trazos su condición de favorito que se le presupone en la tercera categoría del fútbol español.

Los inicios, además, no han sido nada esperanzadores y en las tres campañas previas ningún entrenador que comenzó el curso lo terminó en junio. Este año, la cuarta intentona por recuperar la Segunda División se asemeja demasiado a una continuación de las tres anteriores, cometiendo los mismos pecados que lastraron las anteriores candidaturas.