Desde que era alevín hasta ayer, Adrià Vilanova (Barcelona, 1997) sólo lució un escudo en la parte izquierda de su pecho, el del Fútbol Club Barcelona. Después de casi una década escalando peldaños en la cantera culé, es el Hércules quien le abre la puerta del fútbol profesional, tras debutar el pasado curso con el Barça B a las órdenes de Gerard López.

«Salir de casa nunca es fácil, pero llego a un club histórico y de momento no he notado la diferencia», aseguraba ayer durante su presentación como nuevo jugador blanquiazul. El catalán llega a Alicante con la carta de libertad y se compromete con la entidad por un año.

Zaguero diestro, de gran envergadura (mide 1,88 m.) y con una gran salida de balón, parte como teórico cuarto central tras Samuel, Santamaría y Pol Bueso y ocupará una de las fichas reservadas para jugadores sub'23.

El hijo del malogrado Tito Vilanova manifestó ayer su alegría por unirse a «un proyecto ilusionante». «Espero aprender muchas cosas y ayudar a devolver al Hércules a Segunda División, que es donde merece estar como mínimo», explicó. Vilanova, que hoy cumple su tercer entrenamiento a las órdenes de Gustavo Siviero, puso en valor la idea futbolística del argentino: «Aquí puedo aprender mucho, ya he visto que el entrenador quiere jugar el balón y eso es una buena noticia».

El barcelonés, tras un año inédito en el filial culé (sólo jugó cinco minutos), afronta un nuevo reto en Alicante, a la que cataloga como «una ciudad maravillosa». «Cuando conocí la opción del Hércules me gustó mucho y no dudé en aceptar», aseguró.

Sobre el potencial del grupo III de Segunda B tras los descensos de pesos pesados como Mallorca y Elche y la presencia un año más del Atlético Baleares, Alcoyano o Villarreal B, Vilanova se mostró optimista y no descartó la opción de ser campeones. «Es un grupo complicado, pero veo que el equipo tiene muchas opciones de quedar primero», apuntilló.

Quien le conoce destaca de él su competitividad, algo que será, a buen seguro, un valor añadido en el día a día del Hércules en su cuarto asalto consecutivo a la Segunda División.