Un espejismo resultó ser el 1-2 que el Hércules endosó al Atlético de Madrid en diciembre de 1935, en lo que era su primera visita oficial al conjunto colchonero. Aquellos goles de Tatono y Morera en el antiguo Metropolitano resultaron históricos porque nunca más los herculanos fueron capaces de vencer a los rojiblancos en dicho estadio ni en el siguiente, el Vicente Calderón.

En el campo junto a la ribera del Manzanares, que dijo adiós para siempre el pasado domingo tras 50 años de historia, el Atlético cosechó ante el Hércules su mayor pleno de victorias ante un mismo rival: 13 de 13. Todas ellas en partidos de 1ª división. Y eso que los primeros minutos del Hércules en el Manzanares hicieron presagiar otro destino. En aquel debut, el día de Año Nuevo de 1967, José Juan había marcado el primer gol herculano en el estadio, pero luego el entonces vigente campeón de Liga les machacó con un 7-2.

Los blanquiazules lograron grandes gestas en el Camp Nou y Bernabéu, y también rascaron algún punto en el viejo San Mamés, pero del Calderón se marcharon siempre de vacío. En alguna ocasión, por culpa de un arbitraje muy casero, como el de la 84-85, que generó tal enfado que una puerta del vestuario visitante terminó destrozada a golpes. En total, sólo cinco goles a favor en sus 13 encuentros de Primera División; el último de ellos, de Trezeguet en 2011 con el Hércules ya descendido.

Pasillo y dos victorias menores

En septiembre de 1996, los alicantinos fueron testigos de cómo el Atlético recibía, en los prolegómenos del partido del Calderón, las copas del «doblete» que había conseguido la primavera anterior, motivo por el cual le hizo un pasillo de reconocimiento a su salida del túnel de vestuarios.

Además de las 13 derrotas en la máxima categoría, el Hércules disputó tres partidos oficiales más en el Calderón ante el filial colchonero. En la 82-83 ganó 2-3, pero al año siguiente se trajo de vuelta a Alicante una dolorosa manita. En enero de 1992 el Hércules se impuso por 0-3 en un partido matinal y tras el pitido final ocurrió algo berlanguiano: el técnico del filial rojiblanco se encerró en el vestuario hasta pasadas las tres de la tarde sin atender a la prensa, avergonzado del resultado. Cosas del Calderón, se le echará de menos, aunque sea «maldito».