No hay paz para este Hércules de Tevenet. Acorralado por las diez derrotas y el pobre juego, el técnico sevillano sigue otra semana más en el cargo a la espera de una victoria balsámica en Lleida, pero peor aún que los datos son las sensaciones que transmite este equipo, al que sobran nervios y falta arrojo y ambición.

De nuevo fuera de promoción tras un nuevo batacazo ante un rival directo (un punto de 24 ante los más fuertes), el Hércules hace aguas en el momento menos oportuno, en el que un par de malos resultados te pueden condenar definitivamente porque sólo quedan 12 jornadas para que la Liga baje el telón. Este grupo de jugadores liderado por Tevenet está jugando demasiado con fuego y la grada empezó ayer a perder la paciencia. No de manera definitiva, pero la mecha ya está prendida y otro mal resultado en Lleida provocaría un ambiente realmente hostil hacia el técnico sevillano, quien ayer tampoco estuvo acertado.

Tevenet no esconde que este Hércules juega claramente a no encajar y el drama es que sigue cometiendo errores de bulto. El doble pivote defensivo, formado por Checa y Lolo, chirrió como estaba previsto y la primera parte fue infame. La única llegada con juego elaborado del Hércules llegó en el minuto 44 y no acabó en gol por poco. Y en el 29 vino el 0-1 tras una pifia considerable de Pol Bueso, que salió sin agresividad a por su oponente en la banda. Quedó retratado y después Lolo tampoco enmendó el error, no frenó al extremo fuera del área, le permitió colarse hasta la línea de fondo y dar un pase letal a Sandro para que marcara el 0-1 a placer.

Checa y Lolo pedían el cambio a gritos al descanso y Tevenet sólo se atrevió a sentar a uno de ellos. Condenó al primero en beneficio de Miñano y la grada empezó por abuchear el cambio para después seguir pitando al exjugador del Elche cada vez que tocaba el balón.

El Hércules se encontró con el 1-1, en el minuto 53, en una acción afortunada en la que el central Fernando Román fue objeto de penalti cuando intentaba darse la vuelta. Gaspar aprovechó la pena máxima y había esperanzas fundadas en conseguir la primera remontada del curso, ya que los blanquiazules dieron un paso al frente y el Badalona, con sus cinco zagueros, no daba sensación de peligro, más allá del gran partido que firmaron los desequilibrantes Iván Agudo y Víctor.

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Este Hércules es una ruina

Pero nadie contaba con que el Hércules iba a volver a tropezar una vez más en la misma piedra, la de las acciones a balón parado. Iván Buigues, en el 60', realizó una soberbia parada a disparo de falta de Víctor y envió el balón a córner. En el lanzamiento siguiente, la falta de tensión provocó un remate de cabeza al palo y, para indignación general, el balón fue a parar después a los pies de Toni Lao, que sólo tuvo que empujarlo para marcar el inesperado 1-2.

Este bofetón hundió definitivamente al Hércules pese a que quedaba media hora por delante. Los jugadores eran un manojo de nervios y la falta de profundidad era, una vez más, exasperante. Tevenet tampoco dio un golpe de mano necesario y su primera decisión fue sentar a Nieto para dar entrada al canterano Salinas, inofensivo de nuevo. En el 68', Iván Buigues evitó el 1-3 tras una maravillosa acción individual de Víctor, que hizo sufrir de lo lindo a Peña.

La única ocasión de verdadero peligro generada por el Hércules llegó en el 75' con un gran pase de Miñano a la espalda de los centrales que aprovechó Dalmau para colarse dentro del área y rematar de cabeza ante un dubitativo Morales en la salida. Pero el meta tuvo la fortuna de que su apurado despeje dio de nuevo en Dalmau y se marchó por la línea de fondo.

En una decisión que cuesta entender, Tevenet tardó 82 minutos en juntar a dos delanteros en el campo, con la entrada de Mainz por Javi Flores, pero no hubo milagro porque los jugadores carecían de fe. El mazazo del 1-2 fue una losa demasiado pesada para sus espaldas. Y eso no es buen síntoma de cara a las 12 finales que quedan. Manetener la fe en un equipo que aún no ha remontado y sólo ha sumado un punto de 24 ante rivales directos es un acto de fe.

En el minuto 93 llegó el 1-3 tras un penalti surrealista por el que fue amonestado Pol Bueso cuando la supuesta infracción la cometió Dalmau. Triste epílogo para un Hércules que necesita una reacción inmediata si quiere disputar la promoción de ascenso. Lejos queda (a 10 puntos) el objetivo prioritario de la primera plaza. Toca apretar los dientes, sacar el orgullo y la personalidad para convertir de nuevo al conjunto blanquiazul en un candidato a todo. Y el examen de conciencia deben ser en profundidad y del primero al último de los integrantes del vestuario. Empezando por el cada vez más cuestionadoTevenet.