Veinte minutos de inspiración y una notable mejoría en defensa, sobre todo en las acciones a balón parado, sirvieron al Hércules para sacar la cabeza del agujero en el que andaba metido. Frente al Lleida, un rival bien engrasado que solo había encajado un gol en los últimos nueve encuentros, el equipo alicantino hizo dos dianas que le despejaron el camino en poco más de media hora.

El tarro de las esencias lo destapó Yeray, que volvió a engatillar un disparo desde 25 metros para anotar un primer gol estupendo. Hasta ese momento -minuto 25-, la pelea había deparado poca cosa. Bien ubicado, el Lleida entró al césped a buen nivel, pegajoso, dispuesto a incordiar a un rival que le costó asentarse.

Vicente Mir apostó en su estreno en el Rico Pérez por Javi Flores. El técnico buscó chispa y creatividad, pese a que el cordobés sigue lejos del tono físico ideal. En todo caso, el nuevo «10» herculano posee calidad de sobra para mover el tablero. Éste comenzó a moverse con destreza a partir de la acción que sirvió para abrir la lata con el derechazo de Yeray. A partir de ese momento, el Lleida se apagó, quedó sumido en un mar de dudas coincidiendo con el paso firme del Hércules.

Emergieron Yeray y Espinosa, se dejó ver Nieto por la derecha, apareció Chechu por la izquierda... la máquina alcanzó velocidad de crucero durante unos minutos a buen ritmo que colocaron al Lleida en la picota. Esa presión dio sus frutos con un segundo gol, que llegó tras un mal entendimiento entre el portero y el defensa; el balón quedó suelto por el área para que Espinosa lo empujara cómodamente a la red. 2-0, m.33.

Juanma Espinosa celebra el segundo gol abrazado por Yeray, autor del primer tanto. Foto: Jose Navarro

Del fútbol tostón, inocuo que apuntaba a tarde peligrosa, se pasó a coquetear con la pelota, a circular con destreza empujando a un Lleida que se vio ante el abismo tras una ráfaga intensa de buen juego local, en la que los catalanes perdieron de vista el balón.

Un bonito taconazo de Chechu para habilitar el disparo de Peña desde el vértice del área y un centro envenenado de Nieto que provocó más temblores en el meta Crespo cerraron un primer acto de la mejor manera, con un triunfo cómodo y buenos detalles.

El Lleida, que acabó prestando campo y balón, debió asumir en ese instante que mucho debía cambiar en el segundo acto para cargar algo en el saco en su viaje a Alicante.

En el segundo tiempo, poco hizo disfrutar el conjunto de Vicente Mir. No obstante, pese a mostrar una postura más incómoda, sí atinó a frenar el renovado ímpetu catalán, beneficiado por una serie de faltas que colocaron el balón en puntos estratégicos para meter la navaja en la hasta ahora vulnerable faceta defensiva en acciones de pelota parada. Esa suerte se trabajó intensamente en la tarde de ayer. El Lleida puso a prueba en varias ocasiones el nuevo orden defensivo herculano ante los balones colgados. En todas ellas, el Hércules salió indemne, lo que no deja de ser noticia.

Eso sí, el ritmo ofensivo herculano decreció considerablemente. A Javi Flores le aguantó el cuerpo hasta que se alcanzó el cuarto de hora de la segunda parte. Mir sacó en su lugar a Álvaro, que tuvo en sus botas la mejor acción de la reanudación, pero golpeó mal una asistencia de Nieto tras una galopada por la derecha. La reaparición de Nieto es otra buena noticia. El extremo, sin estar al cien por cien, aporta vértigo por su banda. También agrada el desgaste que ofrece Mainz, el delantero que asume la responsabilidad del gol. Todos ellos contribuyeron a saldar con éxito una cita indigesta ante un enemigo que amenazaba con meter en un serio problema al Hércules si puntuaba en Alicante.

Peña intenta centrar un balón. Foto: Jose Navarro

El Rico Pérez no es un lugar donde se habite plácidamente. Así que la complicación llegó a cinco minutos de la conclusión. Del posible 3-0 que se esfumó con la bandeja de Nieto malograda por Álvaro se pasó al 2-1. Un error en el centro del campo, con una absurda pérdida de balón de Espinosa, propició un contragolpe por el costado izquierdo que acabó cuajando para el Lleida. Óscar Vega pisó área aprovechando el hueco y batió a Chema de disparo cruzado. 2-1, minuto 84. Es el sino del Hércules, un equipo incapaz de convivir en paz y tranquilidad.

Afortunadamente, sin alardes, pero con mucho sentido para dar al juego la pausa necesaria, el equipo alicantino ofreció experiencia y coherencia al fútbol en los minutos finales para no hacer peligrar el triunfo.

No hubo nada más en los diez minutos que restaban -contando la prolongación-. El Hércules supo mantener la pelota alejada de los dominios de Chema y el pitido final del árbitro sonó a gloria. Tres puntos más que necesarios.

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