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El gran día que amargaron 'Pies de Oro' y Quincoces

El Hércules conmemora el 80 aniversario de su primer partido en Primera División

Renato Bardin Mas con su padre, Renato Bardin Delille VICENTE MESTRE

El 11 de noviembre de 1935 -la pasada semana se cumplieron 80 años- quedó inscrito en la historia del Hércules con letras de oro. Aquel día, el conjunto alicantino debutaba en la Primera División del fútbol español, meses después de haber alcanzado su primer ascenso a la máxima categoría tras superar al Celta en Alicante.

Y Bardin, el coqueto estadio del Hércules que construyera la familia que lo bautizó con su apellido unos años antes, fue el escenario engalanado para afrontar esa primera jornada de la campaña 1935-36, cuyo calendario designó al Real Madrid como visitante.

Con un «lleno a rebosar», según detalla la crónica del diario «El Luchador» bajo el título «No siempre gana el mejor», el Hércules cuajó un gran encuentro, pese a acabar perdiendo por un discutido gol que el árbitro dio como válido en contra de la postura del juez de línea, que levantó la bandera tras observar fuera de juego del húngaro Kellemen, un fino delantero fichado ese año por el Real Madrid.

El conjunto merengue llegaba a Bardin con un equipo de campanillas, pero con alguna baja importante: Ricardo Zamora, el legendario portero, que, lesionado, no comenzó a jugar hasta varias jornadas después; y Ciriaco, el gran defensa blanco que, al igual que el «Divino», también arrastraba molestias que le apartaron del inicio de la competición.

En el once blanco sí aparecía Jacinto Quincoces, elegido el mejor defensa del mundo en el Mundial de Italia de 1934, principal escudo aquella tarde en Alicante del portero húngaro Alberty, y líder de un equipo que completaban Mardones, Lecue, Luis Regueiro, Sauto, Bonet, Pedro Regueiro, Emilín, Kellemen y Sañudo.

Y como entrenador del Madrid figuraba Paco Bru, polifacético deportista que acumuló fama en distintas parcelas: Como técnico, al convertirse en el primer seleccionador de España, con el éxito de la medalla de plata en los Juegos Olímpicos de Amberes de 1920; como árbitro, al dirigir un partido con una pistola en la cintura para intimidar a los jugadores; y como luchador de jiu-jitsu, en el tiempo libre que dedicaba al circo.

Fue Ildefonso Sañudo, un futbolista cántabro cuyo olfato ante el gol elevó su fama con el sobrenombre de «Pies de Oro», quien inscribió su apodo en la historia herculana como autor del primer tanto en Bardin en un partido de Primera División. Sañudo -joven abogado que el Madrid consiguió fichar procedente del Alavés con un buen contrato y un puesto de trabajo como pasante en el prestigioso bufete madrileño de Joaquín Garrigues- registró aquel año 17 goles en las primeras 14 jornadas, marca que únicamente ha sido superada por Cristiano Ronaldo. Pero aquel gol en Alicante no debió subir al marcador dado que, según las crónicas de la época, Kellemen estaba en «offside» en el momento de asistir a Sañudo. Las mismas crónicas sí dan cuenta del gran partido de Quincoces, valladar inexpugnable y protagonista junto al portero Alberty de un encuentro en el que el Hércules, con la actuación destacada de Goyeneche, Salvador, Maciá y Tatono, mereció mejor resultado.

El debut acabó en derrota (0-1), con ese gol de Sañudo a los ocho minutos de la segunda parte, pero el aficionado alicantino pudo constatar que aquel equipo con Pérez, Maciá, Goyeneche, Aparicio, Tatono, Salas, Rosalén, Salvador, Morera, Blázquez e Irles, entrenado por Suárez de Begoña, iba a dar muchas tardes de gloria hasta acabar la Liga en una meritoria sexta plaza por delante de Valencia, Sevilla y Atlético, entre otros.

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