Si realmente, tal y como pregonó hace un mes, Jesús García Pitarch cree que va a poner fin a su etapa en el Hércules conservando un "sólido matrimonio que el fútbol no ha podido romper" con Valentín Botella, debería asumir que en las últimas horas esa cacareada "unión" se hubiera visto salpicada por un capítulo de violencia doméstica, a tenor de las ganas que tiene el directivo oriolano de "estrangular" al todavía presidente herculano.

Cuando ya se cuentan las horas para llegar al día 30 de junio -fecha marcada por la Liga de Fútbol Profesional como tope- el Hércules sigue sin poder convocar el consejo de administración que debe reformular las cuentas de las temporadas 2010-11 y 2011-12, paso exigido por Javier Tebas, que podría adoptar la peor de las sentencias por incumplimiento y condenar al Hércules a un descenso administrativo.

¿Qué hace falta para solucionar el problema?

Únicamente que Pitarch, en calidad de presidente, convoque el consejo, haga acto de presencia para que se reformulen las cuentas de las temporadas aludidas o presente por escrito su dimisión en el cargo.

¿Por qué no lo hace?

Resentimiento y ganas de hacer daño hasta el final, según barajan en las oficinas del Rico Pérez, donde ya nadie oculta su indignación con un personaje que tras cobrar 300.000 euros en época de crisis, y en calidad de protagonista destacado de una de las temporadas más desastrosas que se recuerdan, mantiene ahora al Hércules como rehén para saldar presuntas cuentas pendientes con dirigentes que en su última entrevista calificaba de "amigos".

Desde hace días se está requiriendo la presencia del valenciano para resolver el problema, un trámite burocrático que se ha demorado inexplicablemente. Fuentes consultadas por este periódico aseguraron que García Pitarch exigió en primer lugar que se le abonaran los últimos plazos del contrato que firmó con Enrique Ortiz para concluir con sus obligaciones en el Hércules. Al parecer, reclamaba dos pagos para completar los 300.000 euros que pactó el pasado verano, cantidad que ha ido recibiendo en abonos mensuales a través de transacciones a una sociedad.

La exigencia, que sonó a ese tipo de amenazas que alardean tener la sartén por el mango, se resolvió hace unos días con el abono de las dos facturas pendientes, pero ni eso sirvió para que Pitarch variara la postura. De hecho, no firmó su renuncia al cargo pese a tener constancia escrita de que el dinero había sido abonado en su cuenta corriente.

Tal postura ha salpicado de lleno la relación entre Ortiz y Botella, dada la presunta amistad que el oriolano mantiene con García Pitarch, algo que le ha recordado en las últimas horas. ("Te está dejando mal, Valentín", apuntan que recriminó Ortiz al vicepresidente, al tiempo que le vino a la mente la larga lista de colaboradores que llegaron al club por sugerencia de Botella y que acabaron saliendo a tiros y por la puerta falsa del Rico Pérez).

Botella ha tenido varias conversaciones telefónicas con Pitarch, pero, al parecer, solo ha recibido largas, dado que el valenciano ni ha firmado su renuncia ni ha procedido en consecuencia a aligerar los trámites para solucionar el asunto.

Dado que se pone en duda que Pitarch proceda con lo convenido a pesar de la gravedad del caso, el Hércules se ve en la obligación hoy viernes de tener perfilado un plan B para evitar la catástrofe.

Por lo pronto, ayer se solicitó a Javier Gómez, representante de la LFP, ampliar una semana el plazo estipulado. Tal petición, según fuentes consultadas, fue admitida verbalmente, pero el club no tiene constancia escrita de esa aprobación. Con ello, se baraja que sea el consejero delegado, Carlos Parodi, quien convoque hoy mismo un consejo ante notario en el que se expondría la imposibilidad de contar con el presidente y actuar en consecuencia.

En esa reunión, se procedería a la destitución de Pitarch y, acto seguido, se nombraría a un nuevo consejero para pasar a aprobar el siguiente punto del día: la reformulación de cuentas que hay que enviar a la LFP para apagar el incendio cuyas llamas van creciendo y que mantiene vivo Pitarch.