Un punto con sabor a victoria. Eso es lo que consiguió ayer el Hércules en Las Palmas tras completar uno de los encuentros más serios de la temporada. Frente a un rival cualificado, armado para aniquilar a quien se le ponga por delante en esta categoría, el conjunto alicantino ofreció su mejor versión gracias a una labor grupal, a un trabajo en bloque digno de un equipo comprometido. No es fácil ganarle a este Hércules de líneas juntas y hambre de balón. Concentrado en grado sumo, el once alicantino mordió donde debía para martirizar a Las Palmas, que se desmelenó en la parte final del film, pero jamás pudo traspasar la pantalla herculana, cosida, sin agujeros y con una solvencia más que digna. Y, aunque acabó sufriendo, dispuso de ocasiones para herir a su enemigo, que en la primera fase encumbró a su portero en dos acciones puntuales: una de Braulio y otra de Eldin.

Con todo ello, el Hércules salió del Gran Canaria recostado fuera de la zona de descenso seis meses después. Todo un respiro.

El equipo alicantino cuajó una buena primera parte. Aceptó una pelea de golpeo constante que sólo abrió paréntesis con la lesión del colegiado, Sureda Cuenca, que tras varios intentos de seguir tuvo que ceder el testigo al cuarto árbitro.

Alejado de la imagen que ofreció en Jerez, el Hércules miró a los ojos a su rival. No peca Hernández de ser un técnico hermético. Ni suele dejar de hacer cosas que otros no se atreverían a poco que se detuvieran un minuto más dándole vueltas a la tuerca. Ayer fue una muestra. El de Anna apostó por Eldin, un chaval imberbe, sin recorrido profesional, pero con una proyección interesante. No sólo lo metió de inicio sino que le dio el volante y confió en su "GPS" sin estrenar en este mapa de Segunda División para que buscara el camino por arriba. Del mismo modo, mantuvo a los dos destructores por detrás (Escassi y Paglialunga) y metió la tijera arriba con Braulio (que debía caer por la izquierda), Redondo (derecha) y Portillo (centro).

En el cuadro canario, Sergio Lobera se armó con la artillería. Tato, Thievy, Vitolo, Nauzet Alemán y Chrisantus dan fe de las intenciones del técnico amarillo, decidido a no pasar un mal trago como quince días antes frente al Guadalajara.

Los canarios, con todo, se encontraron en la primera fase con un rival bien vestido y decidido a tener protagonismo en el baile. A los 30 segundos, el Hércules gozó de la primera gran ocasión. Eldin recuperó un balón, cedió en horizontal a la media luna donde Braulio golpeó con fuerza provocando que Barboza se tuviera que lucir para evitar la tempranera diana. (Durante el descanso, el propio guardameta reconoció al ariete que si el balón le llega un poco más escorado no lo habría olido).

El inicio de presión del Hércules sorprendió a la UD, que comenzó a prever un match de altura frente a un enemigo dispuesto a cerrarle la puerta.

El choque se vio interrumpido durante seis minutos por la lesión del árbitro (minuto 5). Con un golpe en la rodilla, Sureda Cuenca, que optó por quedarse en el campo, volvió pedir atención médica en el minuto 17.

El conjunto canario despertó a los 20 minutos. Una acción por la derecha encontró un disparo de Vitolo que detuvo Falcón y seguidamente Thievy ganó la espalda a Cabrera para cruzar el esférico que lamió el poste.

El partido tenía electricidad, mucho movimiento. Lobera encontró el primer contratiempo con la lesión de Murillo (minuto 24) y Sureda, instantes después, también dijo 'basta' y abandonó su función dando entrada al cuarto árbitro, Pablo Fernández Brito, un colegiado tinerfeño

que despertó silbidos en la grada grancanaria.

Bien situado sobre el campo, el Hércules frenó al adversario, necesitado de las arrancadas de Thievy para animar a la parroquia. Con un fútbol de golpeo constante, el balón corrió de un sitio para otro, muy vivo.

Eldin tuvo otra gran oportunidad al borde del descanso. Una pelota servida por Portillo hacia atrás fue controlada de forma plácida por el hispano-bosnio, que se preparó y disparó provocando el lucimiento de Barboza para evitar que entrara en la red.

Los parones anteriores provocaron un añadido de ocho minutos al término de los primeros 45 minutos. En ese espacio apareció Falcón para evitar un tanto de Chrisantus, que se coló por la media luna para golpear un balón dividido. La acción lesionó a Falcón, que, no obstante, aguantó bajo los palos durante todo el partido.

La segunda parte mantuvo vivo el combate. Chrisantus tuvo una gran ocasión al recibir botando un balón en el área, pero cruzó en exceso cuando lo más fácil era marcar. La respuesta la dio Eldin, con un disparo desde cerca tras encontrar una pelota que quedó muerta en el área local.

Tanto Pepe Sellés como Eldin, dos futbolistas de la cantera, respondieron a la perfección con la misión encomendada. El Hércules tenía

claro el camino a recorrer. Su seriedad defensiva y sus fuerzas daban pie no solo a defender bien al adversario sino a ir de vez en cuando hacia arriba en busca de la sorpresa.

El gran susto, sin embargo, lo dio Las Palmas. Un contragolpe dejó el cuero en los pies de Thievy, que se lo acomodó en la zurda y lo estampó contra el poste derecho de la portería de Falcón (minuto 70).

Ese mismo susto lo debió tener la zaga amarilla con un centro de Paglialunga a la diestra de Portillo, que desde dentro del área golpeó al aire.

El Hércules comenzó a sufrir en la fase final. La UD buscó hincar el diente y se tiró hacia adelante, obligando a recular a su enemigo. Llegaron las pérdidas rápidas de balón y, con ello, el sufrimiento fue en aumento. Pero el encuentro acabó amarrado, sumando un verdadero punto de oro a la espera del partido que hoy enfrentará al Murcia y al Villarreal en la Nueva Condomina. En caso de triunfo castellonense, el Hércules habrá sacado la cabeza fuera del descenso por vez primera en seis meses. Todo un desahogo.