Ayer hubo propuesta, pero no respuesta. Enrique Ortiz aceptó pagar la totalidad del contrato de Carmelo del Pozo, ayudante de Sergio Fernández en la secretaría técnica del Hércules, escollo que, en principio, frenaba el acuerdo para finiquitar la relación laboral de ambos el día anterior. Sin embargo, el director deportivo había asumido ya para entonces que acudiría a la guerra. Dispuesto a continuar al frente de la parcela técnica del club alicantino, Fernández no contestó a la última oferta del empresario. Analizó la situación, pero decidió tomarse tiempo, conversar con Del Pozo y, posteriormente, consultar con la almohada en busca de unas horas que le ofrecieran una mayor perspectiva antes de tomar una decisión.

El cuerpo le pide seguir, acometer la planificación del Hércules, continuar con el proyecto y cumplir con su contrato, pero también sabe que el envite abre un escenario bélico con Enrique Ortiz. Nadie puede creer que el empresario vaya a permanecer quieto si no es capaz de colar a su yerno Javier Portillo entre la plantilla del primer equipo. Así que las dudas de Sergio Fernández se basan en el clima hostil que le aguarda para cumplir con su trabajo de ahora en adelante, que aumentará, sin lugar a dudas, una vez el administrador judicial, su gran aliado, abandone la entidad a finales de año.

Entre ese mar de dudas el leonés se fue ayer a la cama, consciente, no obstante, de que si al levantarse decide continuar con el proyecto lo hará con todas las consecuencias. De hecho, en su agenda entraba hoy la negociación para atar a Sardinero y Escassi, el fichaje del sevillista Deivid, continuar con la búsqueda de dos medio-centros y dos puntas, preparar los nuevos contratos del fútbol formativo e, incluso, citar a Juan Carlos Mandiá a la sede del club para hablar del futuro.

Ayer mismo, Fernández reiteró que su predisposición es la de seguir trabajando en la planificación deportiva del Hércules para la próxima temporada, a pesar de la espiral de presiones y contradicciones en la que se halla inmerso el club y el propio director técnico. "Yo no me quiero ir; y lo que quiero es ponerme a trabajar y que me dejen en paz", reiteró el leonés en la puerta cero del estadio Rico Pérez, al que volvió ayer con la intención de hacer su trabajo y la incertidumbre de recibir en cualquier momento la carta de despido, para lo cual sería necesaria la autorización del administrador concursal y la aportación del dinero correspondiente a la indemnización "extramuros" del club.

Con más resignación que convicción, el todavía director deportivo reconoció que está dispuesto a seguir trabajando con Mandiá, renovado automáticamente como técnico, pese a no contar con todas las bendiciones de Fernández. "Mandiá es el entrenador del Hércules y no hay problema alguno en colaborar con él", destacó el exjugador blanquiazul, que también admitió que el Hércules está perdiendo un tiempo precioso para la confección de la nueva plantilla y la preparación del nuevo curso, y que el clima de constante convulsión que vive la entidad no es propicio para trabajar. "Yo tengo cuatro futbolistas cerrados, pero no puedo presentarlos ni anunciarlos porque no sé si yo voy a estar aquí mañana", indicó.

Si Fernández mantiene que la relación profesional es reconducible, lo mismo opina del organigrama técnico del fútbol base que él mismo diseñó la temporada pasada y que ahora ha sido desmantelado por los hombres de Ortiz en el Hércules en una señal inequívoca de presión al director deportivo. También recalcó que su apuesta por el fútbol formativo tiene plena vigencia "y es autosuficiente", siempre y cuando el club respete los compromisos económicos adquiridos.