El Atlético de Madrid inició el campeonato con el tercer presupuesto de la Liga, un poderío que se tradujo en fichajes ilusionantes como Godín, Filipe Luis y Fran Mérida y todo se ha ido al traste otra vez. Para buscar las razones habría que poner el acento en un club que se mueve en permanente desestabilización. La idea asimilada de que el 'Atleti es el pupas' está haciendo un daño enorme al proyecto deportivo de una entidad dirigida por Gil Marín, máximo accionista, y Cerezo, presidente, que son incapaces de ponerse de acuerdo en nada. Al final lo paga una afición ejemplar y lo acusa una plantilla con un gran potencial, a la que Quique no ha sido capaz de sacarle todo el jugo. Porque es cierto que los conflictos internos como el de Forlán afectan a la disposición de los jugadores, pero más daño hace no tener una idea clara de juego o salir al campo a ver qué pasa, como sucedió en el Rico Pérez. Por eso en el futuro debería abanderar el enésimo proyecto un entrenador disciplinado no solo con una idea clara de juego, sino también de gestión del vestuario.