El 19 de junio de 2010 el Hércules celebraba en Irún su regreso a Primera División después de trece años de ausencia, pero la alegría de jugar en la elite del fútbol español le ha durado menos de un año en el que pasó del éxtasis de ganar al Barcelona en el Camp Nou a la depresión del descenso.

El Hércules ha consumado su descenso a Segunda División, víctima de sus propios errores, tanto dentro como fuera del terreno de juego, donde los problemas se han acumulado tanto a nivel económico como disciplinario.

Pese al ascenso a Primera, la pretemporada ya estuvo marcada por fuertes turbulencias que amenazaron la estabilidad del club alicantino. La presunta compra de partidos de la que fue acusada la entidad empañó el regreso a la máxima categoría del fútbol español.

El inicio de la Liga permitió dejar atrás las acusaciones y el histórico triunfo frente al Barcelona en el Camp Nou (0-2), en la segunda jornada, hizo que se pasara a hablar del Hércules en términos deportivos.

Aquel día, el equipo entrenado por Esteban Vigo, con jugadores de la talla de Royston Drenthe, David Trezeguet o el bigoleador Nelson Haedo Valdez sobre el campo se ganó el respeto y empezó a dar que hablar sobre la ambición de un recién ascendido.

Pero, en realidad, el triunfo en Barcelona ha acabado por ser un oasis dentro de la irregular temporada de un Hércules que no volvió a ganar a domicilio hasta más de seis meses más tarde, cuando derrotó a la Real Sociedad en San Sebastián (1-3).

Pese a los problemas en los encuentros lejos de Alicante -hubo un tramo de la temporada en el que llegó a acumular once partidos (y más de 1.100 minutos sin marcar)-, el Hércules se sostenía en un lugar cómodo de la tabla gracias a sus aceptables resultados como local.

De hecho, el conjunto alicantino concluyó la primera mitad de la competición con veintidós puntos, en mitad de la tabla, pese a que en la última jornada de la primera vuelta perdió contra el Sporting de Gijón y no aprovechó la oportunidad de aventajar en doce puntos a la zona de descenso.

Aunque habían existido problemas extradeportivos durante el primer tramo de la competición -falta de agua caliente en las instalaciones, actos de indisciplina de Royston Drenthe o polémica con el autobús del equipo, entre otras cosas-, estos empezaron a ser realmente trascendentes tras las vacaciones navideñas.

El retraso en los pagos a los jugadores provocó, por ejemplo, que Drenthe protagonizara una de sus muchas salidas de tono durante la temporada al ausentarse durante una semana de los entrenamientos sin permiso.

A partir de ese momento todo fue diferente porque, aunque los problemas económicos se solventaron temporalmente, los resultados empezaron a no ser los deseados, hasta que dos derrotas consecutivas en el Rico Pérez, frente a rivales directos como Almería (1-2) y Osasuna (0-4), provocaron la destitución de Esteban Vigo como entrenador.

La llegada de Miroslav Djukic al banquillo llegó acompañada de un debut con triunfo ante la Real Sociedad, pero, pese a los intentos del serbio, los actos de indisciplina del algún jugador -Drenthe especialmente- y la aparición de nuevo de problemas económicos siguieron minando el grupo.

En el plano deportivo, el equipo pareció mejorar, pero acabó siendo víctima de sus propios errores hasta consumar el descenso. En defensa cometió errores de bulto que le costaron caro frente a Málaga, Racing y Mallorca; mientras que en ataque acusó la falta de efectividad de sus referentes Trezeguet y Valdez, que pasaron de ser una de las mejores parejas de la Liga a no ver puerta durante meses.