Tiempo, mucho tiempo tiene el Hércules por delante para, en primer lugar, lamerse las heridas, y, acto seguido, realizar un severo examen de conciencia para limpiar a fondo las oficinas y el vestuario del Rico Pérez. No fue bonito mientras duró, fue la crónica de una muerte anunciada, el estrépitoso fracaso de un proyecto que ambicionaba Europa (según Enrique Ortiz) y que a primeros de mayo ya se ha topado de bruces con la realidad de la Liga Adelante, donde no se está tan mal. Qué le pregunten al Tenerife lo que daría por seguir otro año más en la categoría de plata. Ha muerto el Hércules con sus futbolistas más honestos sobre el terreno de juego, con Sendoa como goleador, Juanra como improvisado central y Rufete batallando por una banda izquierda en la que no se reconocía. Con un alineación con olor a Segunda División pero que se batió el cobre hasta que Pérez Lasa dijo lo contrario. La semana pasada le tocó lidiar al Hércules con un tal Undiano Mallenco que destrozó las ilusiones alicantinas al mandar injustamente a casa a Matías Fritzler. Lo de ayer fue aún peor. Anuló un gol a todas luces legal a Abraham Paz y mandó a la ducha a Valdez en una decisión tan injusta como intolerable. ¿Quién le pasa ahora la factura de este desaguisado al árbitro? Pero es evidente que los colegiados de turno tienen una reducidísima parte de culpa del fiasco del Hércules. Ayer, con la entrada de Rufete en el terreno de juego por Thomert, eran ocho los futbolistas blanquiazules que ya batallaban la temporada pasada en Segunda. ¿Dónde están las estrellas contratadas a golpe de talonario para marcar diferencias? ¿Quién ha permitido que se llegue a esta situación? Es inevitable y más necesario que nunca que este club haga borrón y cuenta nueva. Que comience un proyecto serio, sostenible y dirigido por personas capacitadas que asuman sus responsabilidades cuando deben hacerlo. Tiempo no le falta a los rectores blanquiazules para reorganizar una entidad que ahora está patas arriba y descabezada. Hoy es 8 de mayo y la Liga Adelante no comenzará hasta finales de agosto. Ya es hora de planificar, de trabajar duro y de exigir que quien ha provocado este desastre pague por ello. No se entendería otra huída hacia delante.