El final de temporada en Segunda División no es apto para gente con problemas cardiacos. El Hércules no pasó ayer del empate en Cartagena, pero esa igualada puede valer un ascenso dado que los alicantinos dependen, virtualmente, de sí mismos para alcanzar el paraíso soñado dentro de quince días. El objetivo está a 180 minutos y dos victorias, triunfos que les trasladaría al Olimpo de los elegidos dado que la última jornada contempla un enfrentamiento directo entre Betis y Levante, que dejaría a uno de los dos en la cuneta. Así pues, si el Hércules es capaz de ganar los dos encuentros que restan(ante el Rayo y el Real Irún) estará, casi con toda seguridad, en Primera División. Sólo una goleada de escándalo del Levante al Castellón la próxima semana hasta superar los cuatro goles de diferencia que el conjunto alicantino acumula a su favor en el cómputo particular con respecto al equipo valenciano, privaría al club herculano del caramelo.

Por eso ayer el empate no sentó tan mal como en otras ocasiones. Por eso y porque se vio a un bloque con ganas, con la cabeza alta para afrontar un encuentro que rebosaba tensión y reclamaba firmeza.

El Hércules supo tomar el pulso al partido. Exceptuando los primeros instantes de cada periodo, en los que el Cartagena salió en tromba intentanto sorprender a su rival, el conjunto alicantino mostró más oficio. En un duelo marcado por el estado nervioso, fue el bando herculano el que mejor templó los nervios. A todo ello debió contribuir una ocasión clara que sobrevino a los cuatro minutos: Un balón centrado en paralelo por Sendoa desde la izquierda propició una clara ocasión de gol que no cuajó por centímetros pese a que Danciulescu intentó colocar el interior como debía para enviar el cuero a la jaula. Esa acción tocó la moral cartagenera puesto que a partir de ese instante la presión disminuyó considerablemente. Entró miedo en el cuerpo, o al menos temblor, dado que el atrevimiento inicial se desvaneció rápidamente.

Con Farinós ejerciendo de jefe en el centro del campo y con destellos de juego de bandas, donde Tote y Sendoa se mostraron especialmente activos, el Cartagena mostró más miedo que atrevimiento. Hubo, además, espacio para la polémica con dos acciones consecutivas en las que se reclamó penalti, uno en cada área. Primero fue Toché el que alzó las manos reclamando una falta de Peña, y acto seguido era Tote el que, tras meterse en el área cartagenera con el balón controlado, reclamó derribo del portero local. Ni una ni otra obtuvieron el castigo solicitado.

El Cartagena iba con prisa, su juego no tenía tránsito y le podía el vértigo. Al Hércules, pese a tener más el balón, le faltó un mayor efecto disuasorio. Eso sí, se mostró más sólido con la pelota en los pies a la hora de adelantar metros en la parcela rival.

La segunda parte elevó la temperatura sobre el césped. Y fue el Cartagena el que avisó primero con seriedad tras una falta lanzada por De Lucas que Falcón tocó ligeramente con la cabeza para enviar el cuero al larguero. La jugada envalentonó al cuadro local, que se encontró más a gusto que su oponente por momentos.

No obstante, el Hércules no tardó en sacudirse el acoso y volvió a pisar firme apretando las marcas por el centro del campo.

De hecho, un disparo de Danciulescu pudo decantar la balanza tras una excelente dejada de Delibasic. La respuesta llegó seguidamente con un lanzamiento largo de De Lucas, que cogió dormida a la defensa herculana y que desperdició Toché por milímetros.

El partido entró en una fase de acoso a ambas áreas, con un constante ir y venir para dañar al enemigo. Y así llegaron más ocasiones en ambas porterías, que pudieron resolver la contienda para uno u otro lado. De esa forma la tuvo De Lucas, con un disparo que salió junto a la escuadra. Como también la tuvo Cristian, que se topó con la salvadora pierna de Expósito cuando el balón buscaba la red en los minutos finales. Y también Danciulescu, que "pateó" alto desde cerca teniendo a su lado a Kiko Femenía desmarcado para empujar plácidamente. La oportunidad final cayó del lado local y fue desbaratada por Peña tapando la entrada de Quintero, que corría como una flecha hacia Calatayud.

Sin juego brillante, pero de arreón en arreón, el encuentro había quedado convertido en un duelo de derroche físico y ganas. Ninguno merecía perder, ninguno merecía ganar. Mucho voltaje, mucho esfuerzo en un encuentro con demasiada carga de responsabilidad dado que una derrota noqueaba al perdedor sin remisión en esa lucha por el ascenso.

Y nadie perdió la cara. El encuentro no defraudó. Se pudo jugar mejor, seguro, pero el Cartagonova rebosó energía hasta palpar un partido de altura.

El empate final dejó con mucha vida al Hércules y con poca luz al Cartagena. La derrota del Levante en Irún abre el abanico. Sólo la Real lo tiene claro. Al resto -Betis, Levante y Hércules- les esperan dos semanas de especial intensidad y sin margen de error. Por el momento, sólo cabe pensar en el Rayo Vallecano, partido que no debe dejar una butaca libre en el estadio Rico Pérez. Son solo dos pasos los que separan al Hércules de la Primera División. La meta está más cerca que nunca.

cartagena: 0. Rubén; Expósito, Etxeita, Chus Herrero, Clavero; Mariano Sánchez, Falcón (Longás, minuto 66), De Lucas, Lafuente (Balboa, minuto 77); Víctor (Quintero, minuto 77) y Toché.

hércules: 0. Calatayud, Juanra, Abraham Paz, Sergio Rodríguez, Paco Peña; Tiago Gomes, Farinós, Tote (Cristian, minuto 83), Sendoa (Kiko Femenía, minuto 74) ; Danciulescu y Portillo (Delibasic, minuto 69).

a David Miranda Torres, del comité catalán. Ta T. amarillas: Mostró la tarjeta amarilla al local Mariano Sánchez. e Estadio: Cartagonova ante 14.000 espectadores.