Es la nueva versión, 17 años después, de La maldición, la película que dirigió el director japonés Takashi Shimizu en 2002, un producto de terror sobre una casa encantada por un espíritu vengativo que maldice a todos aquellos que entran en el lugar, llevándolos a tener una muerte violenta. Constituyó tal éxito en su país que solo un año más tarde tuvo una secuela, La maldición 2, que superó, incluso, los resultados en taquilla. No es por eso sorprendente, aunque tampoco frecuente, que surgiera un fenómeno semejante con El grito, otra muestra del terror nipón que dio pie a dos largometrajes dirigidos, asimismo, por Shimizu. Pues bien, ahora es el cine norteamericano el que recurre al remake para ofrecernos su punto de vista respecto a La maldición. Lo hace gracias al empeño puesto en el proyecto por el director y productor Sam Raimi, un entusiasta de la cinta y del género fantástico. Para ello ha contado con un director distinto, Nicolas Pesce, responsable previo solo de dos títulos inéditos en España: Piercing y The eyes of my mother.

Raimi cree que es el momento adecuado para retomar la franquicia, sobre todo teniendo en cuenta que los aficionados al género lo han abordado a menudo a lo largo de los años pidiéndole una versión para adultos de la película. «Hay muchos fans que han estado pidiendo ver otra entrega de La maldición -asegura- pero pensamos que no podíamos hacer otra hasta que encontráramos el enfoque adecuado para contar la historia». Ese enfoque es lo que aporta Pesce, que estudiaba secundaria cuando vio por primera vez la versión de 2004. «A esa edad, era un miedica tremendo. Las películas de miedo me ponían los pelos de punta», admite el director, que se crió viendo clásicos de terror en blanco y negro. Pero tras ingresar en la escuela de cine, se dio cuenta de que esas películas eran las que realmente despertaban su interés, no los filmes más artísticos que le enseñaban en clase. «Que una película pueda, días después, hacer que te dé miedo ir a la cama es alucinante», afirma.