Nominado al Óscar por su cortometraje Madre, y tras haber conseguido el Goya al mejor director por El reino, Rodrigo Sorogoyen se ha convertido en uno de los directores con más proyección, no solo en España, sino fuera de nuestras fronteras. Llamó la atención con su primer largometraje, Stockholm y en 2016 realizó Que Dios nos perdone, una película que consigue grandes críticas y se alza con el Premio del Jurado al Mejor Guion en el Festival de San Sebastián y con el Goya al Mejor Actor Protagonista para Álamo. En 2017 estrena el cortometraje Madre que, tras ser galardonado con más de 100 premios en festivales nacionales e internacionales, consigue atraer la atención de la productora Arcadia Motion Pictures y acuerdan producir la secuela en formato de largometraje.

Esta es la historia de Elena, que recibe una llamada de Iván, su hijo de seis años, quien le dice que está perdido en una playa en Francia y que no encuentra a su padre. Esas palabras desesperadas de su hijo fueron lo último que supo de él. Diez años más tarde, Elena vive en la misma playa donde desapareció su hijo, trabaja de encargada en un restaurante y está empezando a salir de ese oscuro túnel donde lleva anclada tanto tiempo. Su vida se agita de nuevo cuando conoce casualmente a Jean, un adolescente francés que le recuerda a su hijo. Entre ellos surge una fuerte conexión que acabará sembrando el caos y la desconfianza a su alrededor.

Sucedió después de rodar el cortometraje Madre, que todo el equipo se quedó con una sensación de satisfacción enorme. «Ya desde el comienzo -declaró el cineasta-, yo comentaba con gente del equipo o con quien conversase que este cortometraje siempre me había motivado como una gran primera escena de un largo. Estaba claro que teníamos un gran material. Por eso quisimos continuar la historia de Elena. No podíamos dejarla así, saliendo de su casa despavorida en busca de su hijo. Pusimos tanto esfuerzo en contar la tragedia de Elena (o el inicio de la misma) que los principales responsables, la productora María del Puy Alvarado, la actriz Marta Nieto y un servidor, concluimos que les debíamos algo a esta historia y a este personaje.

Intentar entender la película, sin embargo, no narra lo que sucede justo después del corto. Algo que es lo que todo el mundo se imagina cuando se lo contamos, sino algo que le ocurre a Elena bastantes años después. ¿Qué pasa si Elena ha perdido a su hijo hace muchos años y ahora se encuentra a un adolescente que le recuerda mucho a su hijo perdido? Y ella sabe que no es su hijo. De hecho, el niño es francés, es imposible que sea él. Pero quiere estar con él. Conocerlo. Ésta es la premisa con la que mi cómplice y coguionista, Isabel Peña y yo, nos pusimos a escribir. Realmente no sabíamos por qué a Elena le interesaba ese chico francés, pero a la vez, curiosamente, le entendíamos perfectamente».

Madre, el cortometraje no va sobre la maternidad, sino sobre el miedo. Sobre cómo el miedo nos apodera sin remedio. Sobre cómo a veces ocurre lo que más tememos. Sobre cómo siempre solemos imaginar lo peor. Con miedo es imposible amar. En cambio el odio es un sentimiento (horrible, sí) algo cercano al amor. Cercano a algo tan visceral y sentimental como una flia. Pero el contrario, es decir, lo que está más lejos del amor es el miedo. Ahí nos dimos cuenta de que Madre era un viaje hacia el amor. Una historia que empieza con dos personajes (realmente tres) a los que les apodera el miedo, pero que acaba con dos personajes que de una forma u otra encuentren el amor», explica Sorogoyen.