Tres años después del gran éxito en taquilla de Angry Birds. La película, llega a las pantallas la segunda entrega de la adaptación del videojuego de Rovio. Lo hace en un clima de expectación, con sus responsables conscientes de que la primera película llenó las salas gracias a sus encantadores y sorprendentes personajes, a un humor creativo, a su estética colorida y a sus abundantes chistes. Se encontró la fórmula para atraer a niños, padres y gente de todas las edades.
Encabezados ahora por el nuevo director, el turco Thuron Van Orman, que debutaba en el largometraje tras una larga experiencia en el cine de animación y que sustituía en la realización a Clay Kaitis y Fergall Reilly, los cineastas tenían claro que el segundo capítulo debía retener todo lo mejor del primero e incorporar las novedades necesarias para que el público conectase de lleno.
En la primera película, Red era el pájaro más enfadado pero el único con el coraje suficiente para descubrir y enfrentarse al equipo de cerdos que les amenazaban. En esta nueva aventura, Red es ahora un héroe querido por toda Isla Pájaro. Mientras tanto, el conflicto entre cerdos y pájaros se ha convertido en una guerra en la que se gastan bromas. Todo cambia cuando unas gigantescas bolas de hielo empiezan a caer del cielo, tanto en Isla Pájaro como en Isla Cerdito. Una nueva amenaza surge de una misteriosa tercera isla. «Queríamos una gran idea así que introdujimos una isla nueva que no dejase a pájaros y cerdos más opción que aliarse» comenta el productor, John Cohen.
