Es la segunda parte de una saga que en su fin de semana de estreno en 2016 obtuvo la mayor recaudación de la historia de una película original. Illumination, el estudio de animación responsable de éxitos como Gru: Mi villano favorito, ¡Canta! o Los Minions, nos trae su décimo largometraje de animación. Rebosante del humor irreverente y subversivo típico de Illumination, este nuevo capítulo explora la vida emocional de nuestras mascotas, los profundos vínculos que las unen a sus familias y contesta a la pregunta que tanto intriga a todos los dueños: ¿Qué hacen realmente cuando no estamos en casa?

La vida del terrier Max ha sufrido grandes cambios en los últimos tiempos y debe enfrentarse a ellos. Su dueña ( Ellie Kemper en la versión original y Ana Fernández en la doblada al español) se ha casado y ha tenido un hijo llamado Liam. Max, que al principio no era demasiado amigo de los niños, le ha cogido tanto cariño a este nuevo miembro de la familia que su preocupación por él y su afán por protegerle han hecho que acabe padeciendo un tic nervioso. Además, durante un viaje a una granja, Max y su amigo Duke) conocerán nuevos animales que nunca habían visto, viviendo locas aventuras que solo harán aumentar la ansiedad del pobre terrier. Por suerte, Gallo ( Harrison Ford en la versión original), el veterano perro de la granja, hará que Max sea capaz de olvidar su neurosis, sacar su lado alfa más profundo y dar un poco más de libertad al pequeño Liam.

Entretanto, la intrépida pomerania Bridget, con la ayuda de su amiga felina Chloe, intenta rescatar el juguete favorito de Max del piso de una anciana que está lleno de gatos. Yel chalado y adorable conejito Pompón, que tiene delirios de grandeza y está convencido de que es un superhéroe, conoce a Daisy, una Shih Tzu que le pide ayuda para llevar a cabo una peligrosa misión. Y ante todo este panorama, la pregunta que se hace el espectador es la siguiente: ¿Tendrán Max, Pompón, Bridget y toda la pandilla el valor de enfrentarse a sus peores miedos?