Supone un nuevo acontecimientos en los estudios Disney, aunque en realidad no es otra cosa que seguir la tradición, ya que repite una fórmula clásica de la factoría al efectuar un remake de sus títulos más populares y rentables y ponerlos así al alcance de las nuevas generaciones. Hay que recordar que la primera versión de El Rey León, que dirigieron Roger Allers y Rob Minkoff, data de 1993 y que la que ahora se estrena lo hace en un formato distinto, la acción en vivo, con la suficiente capacidad de seducción como para atraer a millones de espectadores. Muchos de ellos la consideran una obra maestra de la animación y la idolatran fans de todo el mundo.

Este clásico de Disney, dirigido por Jon Favreau ganó los Premios de la Academia a la mejor canción original ( Can You Feel the Love, de Elton John y Tim Rice) y a la banda sonora original ( Hans Zimmer). En 1997, la producción teatral inspirada en la película se estrenó en Broadway, ganando seis premios Tony; 22 años después, sigue siendo uno de los mayores éxitos de Broadway, y hace poco alcanzó 9.000 funciones.

«En mi opinión, la película original es la mejor película de animación jamás realizada», dijo el guionista Jeff Nathanson: «Desde el primer día, Jon y yo hablamos de nuestra admiración por el original y lo importante que era mantener el espíritu de la versión animada».

Favreau añadió: «Nos dirigimos a públicos muy exigentes que han crecido con la película y el musical. Tienen una conexión emocional con ellos y, en algunos casos, abarca generaciones dentro de una misma familia. Así que no sólo estás recordando El Rey León, sino que estás recordando cuando tenías siete años, o cuando fuiste a verlo con tu hijo, o cuando lo viste y luego se lo enseñaste a tu hijo».

«No he hablado -declaró Jon Favreau- con los directivos sobre el particular, pero sé que el cine siempre da oportunidades para explorar viejas cintas con la nueva tecnología disponible». Algo que se merece con creces un director como éste, un cineasta al que Disney abrió las puertas de sus estudios nada más reparar en su filmografía. Y es que la misma incluye, entre otros largometrajes, Elf, Zathura, Iron man, Iron Man 2, Cowboys & aliens, Chef y El Libro de la Selva, esta última con muchos ingredientes del Rey León.

Con estos datos sobre la mesa, el realizador recapacitó en algo evidente: «Cuando el cine dejó de ser mudo llegó el sonido, también se pasó del blanco y negro al color. Hay historias que han vuelto a ser contadas, incluso, por sus mismos directores. En todo caso, creo que buscar historias para volverlas a contar es parte de la tradición».

Con todo, para Favreau es un error catalogar esta cinta de live action. Lo ha dicho el mismo director: «Para que lo sea debería incluir algún elemento real, algo que nunca sucede. Todo -los animales, las actuaciones y el juego de cámaras- fue construido por computadora. Sería más exacto llamarlo cine animado, pero aun así podría causar malentendidos en tanto Disney se ha hecho conocido por manejar una estética peculiar en sus cintas más recientes». No hay que ocultar que los actores empezaron el rodaje hace tres años y entonces todavía no sabían cómo iba a lucir todo.

«Fue un gran acto de fe -prosiguió- y confianza de parte de ellos y lo agradezco profundamente. Lo que no puede negarse es que la cinta habla de hiperrealismo y foto realismo, y nos fuerza a preguntarle qué es real y qué no lo es en la pantalla. Es más, nada es realmente 'real' en la película, salvo un solo plano que fotografiamos para comprobar si el público se daba cuenta, como si se tratase de un juego. Todos los escenarios han sido creados por artistas digitalmente, es todo generado por computadoras, los animales también lo son y sus movimientos son luego animados. Las voces de los actores es lo único real».