Es el relato minucioso del embarazo de una pareja que a lo largo de nueve meses ha de aprender a ser tres cuando ni siquiera había tenido el tiempo de aprender a ser dos. Utilizando el embarazo real de la pareja de actores protagonistas, la película explora la dificultad de compartir con el otro la experiencia profundamente transformadora de este proceso.

Vir (30) y Lluís (32) hace solo un año que salen juntos, cuando descubren que «están embarazados». Durante nueve meses seguiremos la aventura de esta joven pareja barcelonesa, el giro enorme que dará su vida, sus miedos, alegrías, sus expectativas y las realidades que, durante su embarazo, crecen ante ellos.

Con una premiere internacional en la sección oficial del Festival de Rotterdam, Los días que vendrán, proyecto conocido inicialmente como La bona espera, es el tercer largometraje de Carlos Marques-Marcet, autor previamente de 10.000 KM y de Tierra firme. Sus intérpretes son David Verdaguer y María Rodríguez Soto, esta última con una contrastada trayectoria teatral afronta su primer papel protagonista

Como ha contado el director, «andábamos inmersos en el rodaje de Tierra firme, una película sobre el conflicto alrededor de la decisión de tener o no tener hijos, cuando David Verdaguer, uno de sus protagonistas, se enteró de que su pareja, Maria Rodríguez Soto, buena amiga y gran actriz, estaba embarazada. Así que nuestros amigos se habían quedado embarazados, como nos gusta decir hoy».

«Parecía -de nuevo- la vida copiando al cine -prosigue Carlos Marques Marcet-, esa maravillosa sensación. Enseguida sentimos un deseo muy urgente de hacer otra película en la que ese cine y esa vida no se copiasen el uno al otro, sino que fuesen de la mano, acompañándose. Nos pareció el cierre natural a una trilogía accidental en la que, desde 2014, hemos intentado reflexionar sobre la dificultad de construir una vida en común en el marco de una sociedad obsesionada con la búsqueda de la felicidad personal».

«Pero esta vez no se trataba de hacer una película a partir del recuerdo de una experiencia pasada (como hicimos en 10.000 KM) ni de una anticipación sobre el futuro (como estábamos haciendo en Tierra firme), sino a partir de la documentación de un presente inmediato. Y esta vez existían imperativos temporales: si todo iba bien el bebé nacería en nueve meses, así que no tuvimos otro remedio que ponernos manos a la obra inmediatamente».