Keanu Reeves vuelve a poner cara en la tercera entrega de la serie a John Wick, un relato de acción repleto de adrenalina , en el que el superasesino regresa con un precio de 14 millones de dólares por su cabeza y un ejército de asesinos cazarrecompensas tras su pista. Después de matar a un miembro del siniestro gremio internacional de asesinos, la Alta Mesa, John Wick ha sido excomulgado y los asesinos más despiadados del mundo lo aguardan a la vuelta de cada esquina. La cinta vuelve a ser dirigida por Chad Stahelkski, que es el realizador de la trilogía.

Desde el frenético inicio del comienzo del último capítulo el tiempo no deja de correr implacablemente en contra del otrora retirado superasesino. La acción continúa exactamente en el punto en que se quedó en John Wick: Pacto de sangre, con John Wick a punto de ser declarado excomulgado (despojado de todos los servicios de protección que ofrece la Alta Mesa, la reservada asociación internacional de organizaciones criminales que se encarga de hacer cumplir el código de los asesinos). Hace cinco años, la primera entrega de John Wick elevó el listón del cine de acción. En este duro universo de asesinos a sueldo, los espectadores pudieron vivir secuencias de lucha deslumbrantemente puras, coreografiadas como si se tratara de un frenético ballet, que llevaron al límite lo que se puede lograr de manera práctica ante la cámara, sin trucos digitales.