Es el segundo largometraje para la gran pantalla de José Luis García Berlanga, que realizó su opera prima, Barrios altos, en 1987, y que ha trabajado en el cine desde entonces en infinidad de responsabilidades, sobre todo como director de series de televisión, pero también como realizador, montador, guionista y productor. En Viva la vida se mueve en un terreno que nos remite al cine de su padre, el inolvidable y genial autor de El verdugo, Plácido o La vaquilla, que figuran en la antología del mejor cine español.

Juan decide poner su casa como aval en un negocio que parece prometedor y acaba perdiéndola. Ana, su mujer, sigue viviendo en la opulencia sin saber lo que ha ocurrido hasta que toda la familia se traslada a la casa de los padres de éste. Una vez allí, la pareja lidiará con la nueva situación de formas diferentes: mientras Juan sigue empeñado en encontrar el negocio que lo cambie todo, Ana decide centrar sus esfuerzos en el negocio familiar de la fontanería y en algún que otro trabajo extra...

Rodada en diferentes localizaciones de València, como el mercado del Cabañal, la playa de la Patacona o el barrio de Ruzafa, la cinta pretende mostrar el valor de las cosas importantes frente a las dificultades por las que muchas familias han tenido que pasar durante los últimos años de crisis económica. El guion de Alicia Luna y Paco Enlaluna trata con humor la complicada situación por la que pasan los protagonistas. De este modo, Viva la vida se aproxima mucho a la comedia berlanguiana que José Luis ha sabido heredar de su padre. Está protagonizada por Pablo Chiapella, arropado de un elenco de actores valencianos como Willy Montesinos, Diego Braguinsky, Cristina Perales, Ferran Gadea o Lola Moltó. «Las situaciones difíciles de la gente se deben tratar con humor», subrayó el director, para quien «hay dramas estupendos pero a mí genéticamente me gusta el humor».