Hay que remontarse casi 20 años para llegar a los orígenes de este proyecto, la adaptación al cine por parte del actor y director Ralph Fiennes de Rudolf Nuréyev: The Life, la biografía de Julie Kavanagh del legendario bailarín ruso. Fiennes y Kavanagh tenían buena relación y la escritora sabía que el joven actor estaba fascinado por la cultura rusa. Por eso solo hacía falta encontrar el momento para que se hiciera realidad.

Rusia, 1961. Rudolf Nureyev, el bailarín de ballet más grande de todos los tiempos, viaja por primera vez fuera de la Unión Soviética como miembro de la prestigiosa Kirov Ballet Company. Aunque el KGB sigue de cerca sus pasos y a pesar del gran peligro que conllevaba entonces la deserción, Nuréyev huirá tomando una decisión que podría cambiar el curso de su vida para siempre.

«Aunque no me interesaba el ballet y no sabía mucho sobre Nuréyev, me cautivó la historia de sus comienzos», recordó Fiennes. «Su juventud en Ufá, en Rusia central, a principios de los 40, sus años de estudiante de danza en Leningrado, actualmente San Petersburgo, culminando con su decisión de huir a Occidente en 1961. Su historia me conmovió». A pesar de que tendrían que pasar otros 10 años antes de que Fiennes debutara como director con Coriolanus en 2011, la historia de los comienzos de Nuréyev se le antojó muy cinematográfica ya entonces. «Me pareció que tenía muchas posibilidades como película. Pero lo cierto era que no me veía dirigiéndola. Era solo una idea», explicó. «Es una historia muy dramática, y aborda muchos temas. Tiene una dinámica personal interna, el impulso de realizarse y la dureza que lo acompaña. También se encuentra en el contexto de la división ideológica entre Oriente y Occidente, en el culmen de la Guerra Fría».

La productora Gabrielle Tana también reconoció el potencial fílmico de esta parte concreta de la historia de Nuréyev. Tana había producido los dos proyectos de Fiennes como actor y director, Coriolanus y The Invisible Woman, y sugirió que su próximo proyecto juntos debería ser una adaptación dramática de la biografía de Kavanagh. Tana sentía un vínculo muy personal hacia la historia: había sido bailarina de ballet desde la infancia hasta los 17 años, y había visto a Nuréyev bailar con Margot Fonteyn en el Royal Ballet cuando era niña. La joven Tana incluso había coincidido personalmente con Nuréyev en un par de ocasiones, ya que su madre y el bailarín tenían amistades comunes. «Su vida era fascinante», dice Tana, entusiasmada. «Era una persona cautivadora, además de un artista excepcional. Llevó el ballet a otro nivel. Era una superestrella». Y a Fiennes y a Tana les atraía que Nuréyev fuera un artista que deseaba fascinar.