El terror vuelve a extender sus garras en un paisaje siniestro que convoca al mal y a la inocencia con ánimo de sembrar el miedo entre los incondicionales del género. La llorona sigue los pasos de esa nutrida relación de títulos de terror que a pesar de que se apoyan en un modesto presupuesto y en nombres, tanto en el reparto como en el equipo técnico, de escaso relieve cuando no desconocidos, encuentran hueco en las pantallas y, en algunos casos, incluso se convierten en éxitos moderados en taquilla.

De la mano de un director de origen latino, Michael Chaves, que debuta en el largometraje después de hacerse con el premio al Mejor Cortometraje en el Festival de Shriekfest de 2016 por The Maiden, una aparición aterradora toma cuerpo. Está atrapada entre el cielo y el infierno en un destino terrible que ha sellado de su propia mano. Desde hace generaciones, la mera mención de su nombre causa terror en todo el mundo. En vida, ahogó a sus propios hijos en un ataque de celos y se tiró al río después de ellos, mientras se retorcía de dolor. Ahora sus lágrimas son eternas, son letales, y los que oyen su llamada de muerte en la noche están condenados. La Llorona se arrastra en las sombras y acecha a los niños, en un intento desesperado de reemplazar a los suyos. Con el paso de los siglos, su deseo se ha vuelto más voraz... y sus métodos más terroríficos. En 1970 en Los Ángeles, La Llorona acecha a los niños en la oscuridad de la noche. Haciendo caso omiso de la extraña advertencia de una madre problemática sospechosa de poner en peligro a un niño, una trabajadora social y sus hijos pequeños no tardan en verse arrastrados a un siniestro reino sobrenatural. Su única esperanza de sobrevivir a la ira mortal de La Llorona podría ser un sacerdote desencantado y el misticismo que practica para mantener a raya al mal, en el límite de la fe y el miedo. Tened cuidado con su escalofriante lamento... ella no se detendrá ante nada para atraeros a la oscuridad. Porque no hay paz para su angustia. No hay piedad para su alma. Y nada ni nadie escapa a la maldición de La Llorona.