Brinda al director Trevor Nunn, nada menos que 22 años después de su anterior película, Noche de reyes de 1996, la oportunidad de trasladar a la pantalla un relato de espías acompañado de romance, peligros, drama y dilemas morales. Para el director teatral, que había realizado en 1986 la prestigiosa Lady Jane, el potencial cinematográfico de la novela de Jennie Rooney fue evidente desde el primer momento en que le echó el ojo a su cubierta cuando curioseaba en una librería. Se trataba de una obra realmente absorbente, tal como recuerda.

El peso de la trama recae sobre Joan Stanley, que vive su jubilación feliz y sin sobresaltos en las afueras de Londres. Pero en una aciaga semana su vida y la de su familia se vendrán abajo cuando la aparentemente anodina pensionista sea arrestada por el MI5 y acusada de espionaje para los rusos en contra de su país. Esta inesperada acusación nos hará viajar del presente al Cambridge de los años treinta, cuando la joven Joan disfrutaba de un apasionado romance con un ruso encantador, y a los años cuarenta, en que la virtuosa científica -conmocionada por el poder devastador de la bomba atómica- se dispone a hacer lo que esté en su mano para hacer del mundo un lugar mejor.

La novela de Rooney, aun siendo de ficción, estaba inspirada en la extraordinaria y controvertida historia real de Melita Norwood, una científica y funcionaria pública británica que reveló secretos a los rusos durante cuatro décadas, gracias a su puesto de trabajo en unas instalaciones que investigaban para la creación de la bomba atómica. «Joan se nos presenta con ochenta y pocos años, en el año 2000, disfrutando de su tiempo libre en su apacible casa de las afueras, cuando de repente aparece el MI5, la detienen, la sacan de su casa y se la llevan para interrogarla», relata el productor David Parfitt. «Resulta que Joan había ido a Cambridge con un hombre llamado Sir William Mitchell, fallecido recientemente y que, según creen, podría haber formado parte del Círculo de Espías de Cambridge. Creen haber encontrado una conexión entre Joan, William y el KGB. Nuestra historia, en realidad, sigue el interrogatorio de la Joan anciana y, a través de ella, retrocedemos a 1938 y a 1947, y conocemos así la historia de su vida, primero como estudiante de Cambridge y después como científica a bordo del ultrasecreto Proyecto Tube Alloys».

«Tenemos el enorme privilegio -destacó Trevor Nunn- de contar con Judi Dench en el papel de la Joan anciana; nadie podría resultar más sólida y creíble a la hora de interpretar a una mujer que se enfrenta a un enorme problema moral, un problema humano, político, personal e intelectual. Pero también tenemos la suerte de tener a Sophie Cookson en el papel de la joven Joan, durante el tiempo crucial que abarca desde su primer año como estudiante, con 18 años, hasta convertirse en una científica, cercana a la treintena. Durante estos años vivirá apasionados encuentros sexuales, situaciones cómicas, peligro físico y espionaje cargado de tensión».