Fue nominada a dos Globos de Oro, los de mejor actor dramático para Lucas Hedges y mejor canción original y es solo el segundo largometraje como director del actor australiano Joel Edgerton, que es también responsable del guion, basado en la historia real de Garrard Conley contada en las memorias tituladas Boy Erased: A Memoir of Identity, Faith, and Family, publicada en 2016. Cuenta la historia de Jared Eamons, el hijo de un pastor baptista de un pueblo de Estados Unidos, que a los 19 años les confiesa a sus padres (incorporados por los oscarizados Nicole Kidman y Russell Crowe) que es gay. Por temor a perder a su familia, amigos y su fe, acepta ingresar en un programa de terapia de conversión para gais. En el centro se enfrenta con el terapeuta jefe (Joel Edgerton) y decide seguir el camino que le llevará a encontrar su propia voz y aceptarse tal como es.

«Espero que la película -declaró el autor Garrard Conley- sea la continuación de mis memorias. Nuestra intención, al contar mi historia, es ofrecer palabras de solidaridad a todos los que han pasado por la terapia de conversión. Pero también nos preguntamos cómo puede imponerse semejante intolerancia a seres queridos». Queremos ofrecer algún tipo de contexto para que el espectador entienda que este tipo de injusticia social no siempre parte de monstruos, sino de personas cercanas a nosotros, figuras trágicas cuya decencia se ve superada a menudo por sus acciones. "Quiero que tu padre se convenza de que no debía hacer lo que hizo, que estaba mal", me dijo Joel camino del aeropuerto. "Y quiero hacerlo en un idioma que sea comprensible para él y para otros como él".

"Han transcurrido 14 años desde que seguí una terapia de conversión en el centro "Love in Action" (Amor en acción); sin embargo, las imágenes, los sonidos y las texturas siguen tan nítidas como si hubiera sido ayer: el brillo de los Doce Pasos plastificados y colgados de las austeras paredes blancas; la cadencia de las instrucciones que me daba el psicoterapeuta, el tacto de las sillas acolchadas a través de mi camisa blanca. Catorce años no han podido borrar el dolor de mi trauma, pero me han enseñado mucho. Mi padre ya no es el malo de la historia y yo tampoco soy la víctima. Mi madre no es solo la mujer del pastor atrapada entre dos extremos irreconciliables. Con el tiempo, nuestras historias, como todas las historias cuando se estudian detenidamente, se han convertido en algo muy humano"