Es el regreso a la dirección, menos de dos años después de haber consumado un sorprendente debut con Déjame salir, del cineasta afroamericano Jordan Peele, que con solo dos películas como realizador se ha convertido en uno de los nombres más elogiados y destacados de Hollywood. Lo hace insistiendo en un cine de terror que fue considerado modélico en el plano de la realización y con un más que inquietante equipaje de miedo que él mismo ha escrito y producido también. Ambientada en la actual y emblemática costa norte de California, Nosotros está protagonizada por la oscarizada Lupita Nyong'o en el papel de Adelaide Wilson, una mujer que vuelve al hogar de su infancia en la costa junto a su marido, Gabe ( Winston Duke), y sus dos hijos ( Shahadi Wright Joseph y Evan Alex), para una idílica escapada veraniega.

Traumatizada por un inexplicable suceso sin resolver de su pasado e instigada por una serie de extrañas coincidencias, Adelaide se ve inducida a un estado de paranoia y alerta total, cada vez más convencida de que algo malo va a ocurrirle a su familia. Después de un tenso día en la playa con sus amigos, los Tyler y sus dos hijas gemelas, Adelaide y su familia vuelven a la casa. Cuando cae la noche, los Wilson descubren la silueta de cuatro figuras delante de la vivienda. La película enfrenta a una entrañable familia estadounidense a un enemigo tan insólito como aterrador: una versión maléfica de ellos mismos.

Antes de terminar Déjame salir, que conquistó el Óscar al mejor guión original del propio Peele en 2017 ahondando en los conflictos de raza y privilegios, el guionista/productor/director ya estaba desarrollando la idea para una nueva película que prometía ser aún más aterradora, aunque igualmente incisiva psicológicamente. «La idea para esta película surgió de un miedo profundamente arraigado al concepto de dobles maléficos», explicó Peele. «Me encanta toda la mitología relativa a los dobles maléficos y las películas que han tratado esa temática, y quería hacer mi propia ofrenda a ese panteón de gemelos malvados. Me atraía mucho la idea de que, en realidad, nosotros somos nuestro peor enemigo. En esta película, el monstruo tiene nuestro rostro».

Esa búsqueda para identificar nuestros miedos más básicos y lo que puedan representar llevó a Peele a desafíos provocadores que no solo se adentraban en lo más profundo de la psique humana, sino también en la identidad nacional estadounidense. «Tiendo a inspirarme en mi propio miedo», admitió Peele. «En algún punto, me pregunto: ¿Qué es lo más aterrador para mí, porqué, en lo que hace que verse a uno mismo sea tan terrorífico. Nadie quiere ver realmente sus fallos, su culpa, sus demonios. Todos queremos mirar hacia otro lado». Esa inclinación a proyectar nuestros propios miedos, nuestras ansiedades y nuestra ira hacia fuera es también algo endémico en la cultura norteamericana. «En este país, a juzgar por cómo miramos al mundo, tenemos miedo a lo de fuera», dice Peele. «Es una nación forjada con un miedo intrínseco a todo, desde el terrorismo a la inmigración. Una de las películas de miedo más míticas con un potente mensaje social es La noche de los muertos vivientes, de George A. Romero. Trataba del conflicto racial, aunque no hablara específicamente de razas. Quería seguir ese enfoque con esta película personalmente».