Se ha convertido en todo un fenómeno cultural, que rebasa el marco cinematográfico, y puede enorgullecerse de ser una de las películas más premiadas de todos los tiempos, con más de 200 galardones en festivales y tres óscars de Hollywood, los de mejor fotografía, película extranjera y director, Alfosno Cuarón, algo totalmente infrecuente al tratarse de una película de habla no inglesa.

Su obra no era todavía extraordinaria a nivel de cine de autor, con títulos interesantes de la talla de Grandes esperanzas, Harry Potter y el prisionero de Azkaban, Hijos de los hombres y Gravity, pero sin esa dimensión creativa que se le atribuía que no acababa de hacerse realidad. Ese paso se ha consumado ya con esta cinta que ha calado de lleno en lo más profundo de millones de espectadores y que, por fin, llega a las pantallas alicantinas, donde solo se proyecta, en rigurosa exclusiva, en los cines Aana, fruto de la decisión de la productora, Netflix, que sigue al pie de la letra la distribuidora Spectarama. La cinta se estrenó en España en diciembre en muy contadas pantallas y casi exclusivamente en Madrid y Barcelona. Ahora, tras conseguir las tres estatuillas, su difusión se ha abierto más y ya llega, practicamente, a todo el país, con renuncia expresa a que se proyecte en grandes superficies.

Roma es la historia de Cleo, una empleada doméstica de origen mixteca en Ciudad de México y es la historia de la vida real de Libola Rodríguez, la mujer que cuidó desde niño a Cuarón y a quien está dedicado este retrato íntimo sobre la relación entre una familia de clase media alta y sus empleadas indígenas.

Son los años setenta. En la colonia Roma, ubicada cerca del centro de la ciudad de México, vive una familia de la alta burguesía formada por la Señora Sofía, su marido médico y sus cuatro hijos. En un segundo plano, está Cleo, una joven criada indígena que junto con Adela son las principales responsables del cuidado de los cuatro niños de la casa. Cleo es la primera en levantarse por las mañanas para despertar a los niños para ir a la escuela y la última en irse a la cama después de limpiarlo todo, mientras sus patrones desgastan su relación con discusiones a puerta cerrada. Su armónica vida se verá trastocada por acontecimientos privados y públicos

Para hacer Roma, Cuarón evocó sus vivencias en el México de principios de los años 70 y lo hizo tan bien que ha marcado un nuevo hito en la historia del cine mexicano, al que ha regresado después de una ausencia de 18 años por razones profesionales desde que en 2001 dirigió Y tu mamá también. Inspirado en las mujeres de su infancia, Cuarón ofrece un homenaje artístico al matriarcado que moldeó su mundo. En una entrevista con IndieWire, el director dijo que quiso realizar la fotografía, en un precioso blanco y negro, él mismo, y que no quiso contratar a alguien que no hablara español y tener que traducir sus propios recuerdos.

«El noventa por ciento de las escenas representadas son escenas tomadas de mi memoria», dijo Cuarón. «A veces directamente, a veces un poco más oblicuamente. Se trata de un momento que me dio forma, pero también un momento que dio forma a un país. Fue el comienzo de una larga transición que puso de manifiesto las singulares señas de identidad de una cinta mexicana, en español, mixteco, blanco y negro y sobre un personaje que ha sido invisible no solo en el cine sino también en la sociedad».

«Estamos ante una película -comentó Cuarón- que se construye a partir de los sentidos, especialmente la vista. Su narrativa es tan visual y contemplativa, que los diálogos presentes, en muchas ocasiones, son un simple soporte. Y esto nos lleva a descubrir en Cuarón a una persona que domina el lenguaje cinematográfico, pero sobre todo, que domina su memoria».