Cuando los enólogos catamos el vino nuevo en la bodega, antes de tomar la decisión definitiva que marcará su futuro, nos hacemos acompañar de una persona que, sin ser enólogo, sea experto probador. José Manuel Sáiz Pertusa nos da siempre el punto de vista del consumidor y mejora con sus comentarios los aspectos cualitativos que nuestra deformación profesional no nos deja ver. José Manuel, buen cocinero y gastrónomo, amante y gran conocedor de los vinos del mundo, fue fundador junto con su esposa Llanos Gómez, Eleuterio Llorca, Evaristo Pitaluga y otros, de la cofradía vinícola «El Cau del Vi» en los inicios de los ochenta. Este hombre, profesional de la fotografía y del sonido, empezó a trabajar con Arjones y Girona y el grupo musical alicantino «Mediterráneo» hace cincuenta años y acumula en su haber una extensa obra de gran maestría artística que ha culminado con sus exposiciones y con el estudio de producción y grabación Sacramento que dirige su hijo Daniel.

Hace una década una gran tragedia marcó su vida: un incendio acabó con la vida de su pequeño nieto Marquitos y de su jovencísima nuera Angie. Después, justo hace un año, en la nochevieja de 2017, se incendió su casa de campo en la pedanía monovera de Cavafría. Un lugar encantador, punto de encuentro de artistas e intelectuales, y que fue azotado por un fuego que devoró muebles, cuadros y objetos de valor sentimental que José Manuel, en su afán de protegerlos, intentó salvar sufriendo quemaduras y una intoxicación que le llevó varios días al hospital. «Abandonad toda esperanza» debió pensar en esos momentos pero acabó sonriéndole a Dante y burlándose de Fausto y del propio Mefistófeles.

Lejos de hundirse o entrar en una depresión comprensible, ha seguido luchando e imprimiendo su carácter vital y optimista a la vida. De todo el alud de tarjetas navideñas con imágenes de belenes y árboles nevados que recibo cada navidad, me quedo sin duda con ésta que me regala el amigo José Manuel cargada de inteligencia y fina ironía, y me aferro a una cosa que me dijo ayer mientras hacíamos fotos en la bodega y brindábamos con una copa de Fondillón de cincuenta años de antigüedad: «Beber esta joya de vino en compañía de tus amigos es suficiente para seguir viviendo». ¡Feliz Año Nuevo 2019!