Es la opera prima del director valenciano Nacho Ruipérez y es una película plenamente vinculada al entorno geográfico de los arrozales de la Albufera, razón por la cual la versión original es, en parte, en valenciano. Con dos actores de la talla del Jan Cornet que se hizo con el Goya al mejor actor revelación, el argentino Leonardo Sbaraglia y con la presencia también de la Ana Torrent que todos los aficionados recordarán como la encantadora niña de El espíritu de la colmena, Ruipérez nos habla, según sus propias palabras, de un imaginario pueblo aislado entre los arrozales del marjal valenciano. «Este potente escenario agrario, puramente visual, es idóneo para retratar un mundo pendenciero donde se anteponen los intereses económicos por encima de la moral, en el que la violencia y la corrupción están a la orden del día, y donde la verdad y la honestidad son perseguidas y silenciadas», explica Ruipérez.

La repentina muerte del tío de Jordi precipita su vuelta a España y desencadena toda una serie de acontecimientos que revelan el oscuro pasado y el presente de la pedanía. El ambiente es el que marcó la Ruta del Bakalao, que cobra vida en la memoria de los personajes, dejando al descubierto los oscuros negocios que en aquella época hacían vibrar lo que para muchos jóvenes parecían ser simplemente días de fiesta. Droga, alcohol, prostitución y organizaciones criminales que controlaban los copiosos beneficios del negocio que todo lo movía, vuelven al presente poniendo en peligro la vida de Jordi y Diego y de la gente que quieren.

La película cuenta la historia del desentierro de los restos mortales del padre de Jordi, pero también de un desentierro figurado a través de la voluntad del protagonista cuando descubre algo que le atormenta: ¿Dónde está enterrado el padre? El cineasta declaró que pretende «llevar al espectador mediante la sutileza temática, la poesía visual y la emoción profunda y redentora que permite el thriller, a un contexto sociopolítico que todos los españoles de varias generaciones hemos conocido. La historia narra el desentierro de los restos mortales del padre de Jordi -una exhumación- pero también de un desentierro figurado a través de la voluntad del protagonista cuando descubre algo que le atormenta.

El cineasta explica que pretende «llevar al espectador mediante la sutileza temática, la poesía visual (donde no excluimos las posibilidades plásticas del feísmo propio de la época) y la emoción profunda y redentora que permite el thriller, a un contexto sociopolítico que todos los españoles de varias generaciones hemos conocido bien: el de la memoria histórica.