Louis de Rouvroy, (Paris-Versalles 1675-1755) creció, al amparo de la corte de Luis XIV. Su padre, el Duque de Saint Simon y su madre Charlotte de L'Aubespine, eran asiduos de palacio y educaron a su hijo en las costumbres y refinamiento de la corte real francesa. Saint Simon fue el embajador de Francia en España en 1721 y fue el encargado de casar a Luis XIV con una infanta española. Por todo esto consiguió el título de Grande de España. A su vuelta a Francia en 1722 ocupó diversos cargos de importancia, y al morir el regente se alejó de la corte retirándose a escribir sus memorias. En 1858 el editor francés Adolphe Chéruel (Rouen 1809-Fontenay-Aux-Roses 1891) sacó a la luz la voluminosa obra de este extraordinario escritor, sin duda el mejor y más veraz notario de la corte del Rey Sol. Saint-Simon habló varias veces del Fondillón. La primera en la parte dedicada a la enfermedad del rey.

En realidad, lo que sucedió es que, el rey, aquejado de una gangrena en una pierna en estado muy avanzado, se le agravó en el camino de Marsella a París y tuvo que ser atendido en una urgencia por un personaje muy ordinario, al que se le califica de patán provenzal y que le apañó la soberana extremidad lo mejor que sabía y pudo. Este sorprendente campesino que se llamaba Le Brun , se ofreció a ir al día siguiente a Versalles con un remedio, que según él curaría la gangrena. El rey estaba tan mal y los médicos tan desesperados que consintieron su intervención en presencia de Madame de Maintenon y del Duque de Maine , a pesar de que el médico Fagón se opusiera por los modales tan brutales que dispensó a la pierna del rey, modales que sin embargo, él mismo acostumbraba a ejercitar, pero que no superaba en grado, con sus pacientes y con el rey. Dio pues al rey diez gotas de un elixir en vino de Alicante, sobre las once de la mañana.