Expectativas, muchas. Las del título del tour y las que el público tiene con Bunbury, que se subirá mañana al escenario de la Plaza de Toros de Alicante. Es este el disco más carnívoro, feroz y diagnosticador Enrique Bunbury (Zaragoza, 1967) . Expectativas (Ocesa / Warner, 2017) es la banda sonora de una distopía que ha mutado en realidad, que se conjuga en presente de indicativo y que, a primera vista, carece de fecha de caducidad. En las once canciones que conforman su nuevo álbum, el compositor nos ubica en un ecosistema tan atroz como el que aparece en Un mundo feliz de Huxley, en 1984 de Orwell, o, desde un punto de vista musical, en el Diamond Dogs de Bowie, sólo que, en lugar de recurrir a la fabulación, el músico canta basándose en lo que ve, en lo que lee, en lo que vive. No es la primera vez que Bunbury se muestra crítico con nuestra sociedad. A lo largo de sus ya más de treinta incontestables años de biografía musical, en los que ha encumbrado y ha dotado de vanguardia, intelectualismo y vida al rock en español, ya sea en solitario, ya con Héroes del Silencio, el Gran Mutante nos ha brindado joyas como Deshacer el mundo, Mundo feliz, Anidando liendres o Todos lo haremos mejor en el futuro. El trabajo, producido por el propio Bunbury y grabado con Los Santos Inocentes más el exquisito saxofón de Santiago del Campo -ex de Los Especialistas-, suena contundente, elegante, tenebroso. El álbum se divide en dos partes, una especialmente oscura, prácticamente sin lugar para la esperanza, y otra que encuentra refugio o muestra una serie de cobijos como son el amor, el arte, la meditación, la contemplación, la desconexión.