Está basada en la novela de Anna Seghers escrita en 1942 en Marsella. Sirviéndose de los sorprendentes paralelismos entre hechos históricos y la Marsella actual, el director Christian Petzold ( Wolfsburg, Jericho, Barbara y Phoenix) cuenta la historia de un gran amor casi imposible nacido entre exiliados que anhelan encontrar un lugar al que llamar hogar. Dos actores emergentes, Franz Rogowski y Paula Beer interpretan los dos papeles principales.

Se vive la segunda guerra mundial. En Marsella, refugiados de toda Europa embarcan rumbo a América, huyendo de la ocupación nazi. Entre ellos, el joven alemán Georg suplanta la identidad de un escritor muerto para utilizar su visado. En Marsella se enamora de Marie, una joven que busca desesperadamente al hombre a quien ama, sin el que no está dispuesta a irse...

La autobiografía de Georg K. Glaser contiene una frase maravillosa: «De pronto, al acabarse mi huida, me di cuenta de que me rodeaba lo que acabé por llamar 'silencio histórico'». Georg K. Glaser era un comunista alemán en la época en que está situada la novela Tránsito de Seghers. Huyó a Francia, y al entrar los nazis en este país, pasó a la zona libre o zona no ocupada, a la que Marsella pertenecía.

Los personajes de En tránsito están atrapados en Marsella, esperan algún barco, visados, pasajes. Huyen, no pueden volver atrás, pero tampoco ir hacia delante. Nadie quiere hacerse cargo de ellos. Nadie se fija en ellos, excepto la policía, los colaboradores y las cámaras de seguridad. Son fantasmas, se mueven en un área entre la vida y la muerte, entre el ayer y el mañana. El presente pasa a toda velocidad sin darse cuenta de que existen. Los fantasmas siempre han estado entre los favoritos del cine. Quizá porque también es un espacio de tránsito, un reino interino donde los espectadores están a la vez presentes y ausentes. Preguntado cómo se le ocurrió trasladar la historia de la novela, que transcurre en 1940, a la Marsella de hoy, el director declaró que «no me apetecía hacer una película de época . No quería reconstruir el pasado. Hay refugiados en todo el mundo, vivimos en una Europa de renacionalización, y no quería aprovecharme de la zona segura que representan las películas históricas».