Los usos del Fondillón son muy amplios. Se toma de postre con dulces, de aperitivo con viandas saladas, quesos azules o salazones. Los mejores chefs elaboran platos con él y lo sirven en mitad del almuerzo. También es un vino medicinal y tónico que como dijo Azorín: «robora el espíritu».

Reciente el 25 de Abril, efeméride de la batalla de Almansa y preludio de la pérdida de los Fueros de Reino de Valencia, pienso en el rey Felipe V y su retrato expuesto boca abajo en Xàtiva a modo de eterna penitencia. Repaso nuestra biblioteca y me divierto leyendo un libro raro y curioso llamado «Le mal héréditarie, París, 1926» del médico y erudito francés Agustín Cabanès (Gourdon 1862 -París 1928). Este doctor desnuda a grandes personajes de la historia como Sade, Balzac, Marat, Napoleón y muchos reyes y explica sus enfermedades e intimidades.

En la parte que concierne al rey Felipe V, en su segundo matrimonio con Isabel de Farnesio (Parma 1962-Aranjuez 1766), el galeno Cabanès cuenta cómo la reina tenía sometido al rey Felipe a una dieta muy particular que lo hacía doblegarse a todos sus antojos y someterlo a una actividad sexual caprichosa. En el apartado «Les Bourbons d'Espagne» el autor dice literalmente: «Lo cierto es que Elisabeth, le hacia seguir a su real esposo un régimen de especias y de ragú, de viandas y de vino de Alicante, que lo mantenían dentro de un estado de excitación continuada. Ella lo tenia bajo su dominación para las caricias o los rechazos».

Esta noticia no es la primera que le atribuye al Fondillón una propiedad afrodisíaca o enervante. Nuestro vino siempre fue una bebida de carácter social, tomada a media tarde, después de comer o de cenar y previa a las innumerables aventuras y escarceos amorosos que acontecían en palacio. No obstante Felipe V e Isabel de Farnesio, apodada «La Parmesana» tuvieron siete hijos, uno de ellos el rey Carlos III que también se deleitaba bebiendo Fondillón.