El Fondillón de Alicante, uno de los primeros vinos que viajó a América en los albores del descubrimiento, ha vuelto en estos tiempos modernos a provocar la admiración de los neoyorkinos. El periodista norteamericano Gerry Dawes, organizó una cata con ocho vinos españoles en el corazón de Manhattan, en el lujoso y elegante hotel The Regent en Wall Street. Vinos blancos, rosados, tintos y generosos de diferentes denominaciones de origen estaban presentes. Gerry eligió el Fondillón para ser catado el último, sus características así lo recomendaban: muy viejo, generoso, oloroso y exuberante lo consagran como colofón en una buena degustación.

A la hora en punto, al abrir las puertas de la sala, ochenta expertos entre sumilleres y escritores se presentaron en la cata en forma de entusiasta avalancha humana dispuestos a catar todos los vinos. Aunque destapé las botellas de Fondillón, tan solo treinta minutos antes, el intenso y persistente aroma meloso, fragante y embaucador inundó toda la estancia, el hall y juraría que también salía por la puerta llamando la atención de los agentes de bolsa que presurosos por la acera del distrito financiero.

Mis colegas enólogos y representantes de las otras bodegas, estaban un poco mosqueados al notar que el Fondillón aplastaba los supuestamente delicados y sutiles aromas florales de sus vinos y lo que debería haber sido una cata de ocho se convirtió en casi un monopolio de nuestro maravilloso vino alicantino.

Gerry Daws, gran amigo, sabio, maestro del periodismo gastronómico y sin duda el mejor embajador de los vinos españoles en U.S.A., se hizo cargo de la situación y se dedicó ha exaltar sin timidez la extraordinaria calidad del Fondillón de Alicante. No mucho tiempo después lo paseé por toda la provincia de Alicante donde le hice probar los mejores arroces del interior y la costa, así como otras muchas exquisiteces que hoy pondera él en sus deliciosos artículos.