Supone el regreso a la gran pantalla de Steven Soderbergh, justamente cuatro años después de haberse entregado a la pequeña, dejando por tanto en suspenso una experiencia que podría tener continuidad. De este modo, el ganador del Óscar por Traffic en 2000 y nominado en 1990 por Sexo, mentiras y cintas de vídeo y en 2001 por Erin Brockovich, vuelve a su medio habitual, aunque haya sido por circunstancias casuales e imprevistas. Y es que cuando su esposa Jules Asner le pasó un guión de una amiga suya, Rebecca Blunt, no podía imaginar que iba a encariñarse hasta tal punto del texto como para trasladarlo al cine.

Esta es la historia de Jimmy Logan, un minero desempleado de Virginia Occidental, que está divorciado y no tiene un duro. En un momento de desesperación, se le ocurre un plan muy rebuscado para atracar el circuito del Charlotte Motor Speedway durante una carrera de la NASCAR. Le acompañarán en la peligrosa hazaña su hermano manco Clyde, un veterano de la guerra de Irak que ahora trabaja de camarero en un antro del barrio, y su hermana Mellie, una peluquera obsesionada con los coches. Como los Logan no tienen la pericia necesaria para llevar a cabo la operación, tendrán que buscar ayuda externa para dar este golpe tan complejo y ahí entra en juego el excéntrico experto en demoliciones Joe Bang. Solo hay un pequeñísimo problema: Bang está en la cárcel. Así pues, Jimmy y Clyde idean un plan para sacarle de la prisión durante el tiempo necesario para volar la caja fuerte del circuito y devolverle antes de que se dé cuenta el alcaide. El caso es que justo cuando creen que han dado el golpe más increíble de la historia de Carolina del Norte, una implacable agente del FBI llamada Sarah Grayson empieza a husmear.