El propio Darren Aronofsky, nominado al Óscar por Cisne Negro y autor que asombró al mundo del cine por títulos tan sorprendentes y originales como Pi, Requiem por un sueño y El luchador, admite que Madre! es difícil de encasillar en un género ya que ni siquiera él puede identificar cuál es el origen de todos los contenidos de la película: «Una parte proviene de los titulares a los que nos enfrentamos cada segundo de cada día, otra parte viene del incesante zumbido de las notificaciones de nuestros teléfonos inteligentes, otros elementos tienen su origen en haber vivido el apagón provocado por el huracán Sandy en Manhattan, otras cosas me salieron del corazón, otras de las entrañas. Colectivamente, es una receta que nunca podré repetir, jamás, pero estoy convencido de que la mejor manera de servir este brebaje es de una vez, de un trago».

En palabras del realizador, Madre! «comienza como una historia de cámara sobre un matrimonio. El centro lo ocupa una mujer a la que se le pide que dé, y dé, y dé, hasta que ya no puede dar nada más. Con el paso del tiempo, la historia de cámara no puede contener la presión que se acumula en el interior. Se transforma en otra cosa...». Definida como un thriller de relación, comenzó cuando el guionista y director se encerró durante cinco febriles días con su teclado en una casa vacía. El cineasta es consciente de que el resultado de ese encierro puede hacer que tenga que enfrentarse a preguntas acuciantes... ¿por qué una visión tan sombría? ¿Su respuesta? Mirad a vuestro alrededor.

Después de unas lecturas iniciales por parte de colaboradores de confianza, el bronco concepto de Aronofsky llegó a manos de la actriz Jennifer Lawrence, ganadora de un Óscar por El lado bueno de las cosas. Su reacción fue «muy visceral, muy intensa», recordó el cineasta. Se sumó al proyecto inmediatamente. Para Aronofsky, esto abrió una senda para conseguir que la película se rodase. En sus propias palabras: «Cuando tienes a Jen Lawrence, tienes una película».

El sí de Lawrence no se debió simplemente a la oportunidad de añadir una historia de terror de invasión de un hogar a su repertorio. «Una de las mejores que cosas que puede ocurrirte, como artista, consiste en formar parte de una película que sirva para comenzar conversaciones, porque es una idea original, absolutamente singular», dijo Lawrence. «Aunque las escenas que estamos rodando son inquietantes de por sí, la alegoría subyacente es aún más sobrecogedora. La clave está en el significado del todo, del conjunto».

Lawrence describe lo seductor que resulta interpretar el papel de madre, la devota esposa y musa del enigmático poeta interpretado por Javier Bardem: «Enamorarse es una experiencia estremecedora. ¿Sentirse vulnerable? Aterrador. ¿Sobreponerte a la vulnerabilidad? También aterrador».

«Una cosa es lograr que algo sea acogedoramente cálido», dice Lawrence. «Otra diferente convertirlo en abrasadoramente caliente. ¿Esto? Esto es una candela romana. Una explosión. Una algarada, una película tumultuosa. Una expresión. Impresiones iniciales. En esta película hay definitivamente un momento en el que parte del público dirá 'Darren, te estás pasando', y saldrá corriendo de la sala. Pero yo no estaría en esta película si no hubiese tirado el guión al otro lado de mi habitación de hotel de Nueva York, pensando que el que había escrito aquello estaba loco de atar, pero siente la obligación de llevar el guión hasta sus últimas consecuencias. Creo que acertó al no echarse atrás y dejar que el miedo le dominase».

En cuanto Lawrence y Bardem, Óscar por No es país para viejos, se sumaron al proyecto, este cobró impulso. Entonces, Aronofsky hizo algo que nunca antes había hecho: tres meses de ensayo en un almacén recóndito de Brooklyn. Los productores Ari Handel y Scott Franklin se unieron al trío para trabajar sobre el guión. Para las dos últimas semanas, Michelle Pfeiffer, Ed Harris, Domhnall Gleeson y su hermano Brian Gleeson se habían unido al proceso colaborativo. Kristen Wiig no se unió a la producción hasta un momento posterior. Aronofsky se encargó de que se marcase con cinta en el suelo del almacén una maqueta a escala de la casa, y junto con su colaborador Matthew Libatique rodó una versión de prueba de toda la película. En el espacio de ensayo no había paredes, únicamente la cinta en suelo demarcaba el espacio que se construiría posteriormente. «De todas formas, rodamos todas las tomas, todas las escenas. Andy Weisblum, mi editor, hizo el montaje de todo lo que rodamos. Pudimos estudiar una versión de 90 minutos», sin peluquería y sin maquillaje. «Esencialmente, conseguimos una impresión de los movimientos de la cámara, la evolución y el arco de los personajes a lo largo de toda la película, antes de rodar la primera escena».