Es una versión heterodoxa del clásico mito de Excalibur en la que seguimos el viaje de Arturo desde la calle hasta el trono. Son momentos cruciales marcados por el asesinato del padre que conllevan el ascenso al trono de su tío, Vortigem, toda vez que al joven Arturo le han robado su derecho de nacimiento y no tiene la menor idea de quién es. Tanto es así que sobrevive en realidad en los callejones de la ciudad. Sin embargo, cuando saca la espada de la roca, su vida se revoluciona y no le queda más remedio que conocer su verdadero origen. La película, protagonizada por Charlie Hunnam en el papel de Arturo, ha sido dirigida por Guy Ritchie, responsable de las películas de Sherlock Holmes y de títulos como Lock & Stock, Snatch. Cerdos y diamantes y RocknRolla.

Llevada al cine en numerosas ocasiones, la mejor probablemente por John Boorman en 1981, todos parecen coincidir que en manos de Ritchie el cuento cobra un carácter indudablemente crudo y moderno, y el propio Arturo, que al comenzar la proyección aún no es rey, es un rufián, un héroe totalmente reacio abocado a descubrir su verdadero destino, incluso cuando lucha contra la misma monarquía que está destinado a gobernar.

«Creo que las mejores narrativas -señaló Ritchie- siguen a un hombre en un viaje que trasciende sus limitaciones y le permite evolucionar desde su naturaleza más primaria a alguien que merece una vida más importante. En nuestra versión, la historia de Arturo empieza cuando es pequeño: un niño en un burdel, recorriendo las calles, aprendiendo a pelear y esquivando la ley con sus compañeros. Luego, las acciones de otras personas, algunas con buenas intenciones y otras no tanto, le obligan a ampliar su visión de quién podría llegar a ser».

«Guy ha cogido la clásica historia del héroe y lo ha convertido en una historia con un Arturo muy accesible para las nuevas generaciones», explicó Hunnam. «Nuestro Arturo ha crecido valiéndose por sí mismo, de forma tosca, creando un pequeño mundo en el que es el príncipe de los ladrones. No obstante, él no es un alma noble que busca una causa».

Sin embargo, esa causa sí le está buscando a él, y tan pronto como Arturo toca a Excalibur, esa extraordinaria pieza de hierro firmemente encajada en granito, su vida cambiará para siempre, tanto si le gusta como si no.

«No es el rey Arturo de nuestros padres», señaló el productor Akiva Goldsman. «No se trata de un hombre que intenta sacar la espada de la roca y que se pregunta nervioso si él será el elegido. Es un hombre que no sabe qué narices está haciendo ahí, que no quiere ser él. De hecho, no tiene ni idea de lo que significará para él lograr esa proeza, pero sospecha que no tendrá un resultado apetecible, y no se equivoca».

Mientras que la presencia del famoso Camelot era indispensable, fue el productor y guionista Lionel Wigram quien sugirió que la mayor parte de la acción transcurriese lejos del castillo, en un ambiente más urbano, y ambos hombres recurrieron a una versión antigua de la capital de Inglaterra: la Londres romana, que en aquella época se llamaba Londinium.

«Ha habido muchas versiones independientes y diferentes de la historia del rey Arturo, en las que ha sido de todo: desde un guerrero celta a un centurión romano. El mito ha perdurado y ha ido cambiando para adaptarse a los requisitos de las distintas épocas en las que se ha contado. Gracias a esta rica tradición de interpretaciones, nos pareció que, mientras mantuviésemos los elementos temáticos esenciales, teníamos licencia para crear nuestra propia versión de la historia, para divertirnos con los detalles de una forma que esperamos que conecte con el público actual», contó Wigram.