El atleta jamaicano Usain Bolt se ha hecho un hueco en la memoria del deporte después de tumbar uno por uno los mejores registros que se habían establecido en las pruebas reinas de la velocidad hasta su llegada, siendo capaz de marcar el tiempo con diferencias tan exiguas que se calibran en centésimas.

La exhibición del velocista en la final olímpica del domingo, en la que rebasó su propio récord olímpico con la segunda mejor marca de todos los tiempos (9:63), le ha valido para igualar una marca que tan solo ostentaba otro mítico corredor, Carl Lewis.

El corredor estadounidense consiguió dos oros consecutivos en los 100 metros lisos en Los Ángeles 84 y Seúl 88, después del positivo por dopaje de Ben Johnson en 1988. Este domingo, Bolt igualó a 'el hijo del viento' con su triunfo en la capital británica cuatro años después del conseguido en Pekín.

Pero la figura de Usain Bolt no sólo se resume con su actuación en estos Juegos Olímpicos, alimentada de su duelo con Yohan Blake. El jamaicano ha pasado del desconcierto con el que le esperaban los periodistas en Pekín a moverse cómodo y con simpatía en los medios de comunicación.

Su estallido en China asombró al mundo. Llegó con la mejor marca del año, pero con su demostración se ganó el apodo bien tomado de 'El extraterrestre'. Logró un triplete en 100, 200 y 4x100 en los que no tuvo rival.

Un año después, en el Mundial de Berlín daría lo máximo de sí. Marcó cifras de vértigo que difícilmente podrán superarse. Dos nuevos récords del mundo: 9:58 en los 100 y 19:19 en los 200 metros. Toda una demostración de superación de los límites humanos establecidos.

El hito conseguido este domingo no es más que una parada en lo que puede deparar la cita olímpica de Londres. Competirá en los 200 metros el jueves 9, de nuevo frente a Blake. El sábado 11 volverá en los 4x100. Haga lo que haga, todos querrán guardar el recuerdo del mejor velocista de la historia en su retina.