INFORMACIÓN es más que un periódico y esta noche se observa aquí en el ADDA con enorme nitidez. Participamos en un encuentro extraordinario de reconocimiento y complicidades, de esfuerzo y superación, de talante y buena reputación.

INFORMACIÓN propone un escenario para mostrar a aquellas personas, empresas y entidades que representan las virtudes cotidianas en un año, 2018, de más preguntas que respuestas.

Cuando un periódico supera las fronteras de su principal misión y se enraiza en la sociedad como lo ha hecho el diario INFORMACIÓN asume una gran responsabilidad. Esta noche el corazón de Alicante late aquí con gran intensidad. Los premios «Importantes» referencian la mejor carta de presentación para entender el sentir de la vida de una sociedad inquieta, abierta y avanzada. Tras el rostro merecidamente feliz de cada premiado y premiada hay miles de horas de trabajo, de ilusión y de esas virtudes cotidianas que explica bien Michael Ignatieff. Habilidades vitales, prosaicas y diarias, no heroicas y excepcionales, aunque algunos de los premiados tiene comportamientos heroicos. La épica de la normalidad que pretendemos para esta tierra, para la Comunidad Valenciana, es ese horizonte de confianza, de tolerancia, de perdón, de reconciliación y de resiliencia.

No vivimos en el mejor de los mundos posibles, pero merece la pena luchar por ello. La realidad global ofrece retos y oportunidades que tratamos de aprovechar pero también genera incertidumbres, amenazas que pueden frenar nuestro desarrollo y que no podemos ignorar. Debemos confrontar las políticas proteccionistas y los nacionalismos excluyentes, aquellos que cierran fronteras y quieren sociedades uniformes y sin capacidad de iniciativa. No son las nuestras, ésas son recetas antiguas, inútiles y peligrosas. Somos una sociedad abierta, diversa, acogedora.

Los premiados de esta noche representan esa sociedad y sus valores: la innovación, la hospitalidad y un compromiso real con la tierra, con el territorio. Este año INFORMACIÓN premia a personas e instituciones que encarnan muchos de esos valores que defendemos para Alicante y para la Comunitat Valenciana. La capacidad innovadora de Suma Innova, con profesionales de vanguardiaciones. El emprendedurismo de Gala Gil Amat, reconocido en Silicon Valley, y que forma parte de toda esa generación de jóvenes alicantinos que están teniendo un gran papel en las tecnologías de la información y las startups. El afán de superación del Club Voleibol Elche, recién ascendido a la Superliga femenina, evidenciando el paso fuerte y potente de todos los deportes femeninos. La superación y valentía de Marián Ávila, modelo de verdad, símbolo de la inclusión. La conexión con el territorio y la búsqueda de la excelencia en sus productos de Anís Tenis, El Monaguillo y Carmencita. El trabajo continuado en favor de todos los agricultores que realiza Riegos de Levante, que ahora cumple un siglo beneficiando el interés general.

El esfuerzo por situar la cultura alicantina en el mundo del cineasta Jorge Torregrossa y la labor de divulgación cultural desarrollada por el nuevo Centre d'Art d'Alcoi, primera subsede del IVAM en la provincia de Alicante. El carácter puntero de entes y personas, como el Servicio de Neonatología del Hospital General de Alicante; la extraordinaria investigadora en oncología del Instituto de Neurociencias, Ángela Nieto; y el oftalmólogo Jorge Alió, siempre avanzando en la mejora de la calidad de vida de la ciudadanía. Y, por último, la admirable solidaridad del patrón y los tripulantes del pesquero Nuestra Madre Loreto, que antepusieron la solidaridad a su salud y su seguridad. Todos ellos nos informan de cuál es el camino que hemos de seguir como Comunitat para ser esa sociedad avanzada que pretendemos.

Una sociedad avanzada que sólo es posible con medios de comunicación libres, plurales, de calidad. Para garantizar la autonomía de los medios de comunicación son imprescindibles empresas periodísticas potentes y editores excelentes. Es el caso de Prensa Ibérica y de Javier Moll. Sin un editor con profundas convicciones democráticas y con capacidad de entender que un medio de comunicación no es una fábrica cualquiera de un producto cualquiera. Sabiendo que estamos hablando de ideas, de lo que conforma la opinión, de la democracia y que la libertad de los periodistas es un elemento clave. Sin que el editor no sepa eso, se entra en una dinámica del confort y de mirar para otro lado. Muchas de las cosas que hoy sabemos, si el editor y los periodistas de este periódico hubieran mirado para otro lado, hoy no las sabríamos.

¿Por qué sigue siendo necesario el periodismo en el siglo XXI? se preguntaba hace pocos días Tomás Mayoral, director de INFORMACIÓN. Sin periodismo no es posible la democracia y sin empresas periodísticas no hay periodismo. Así como los periodistas tienen sus propias normas deontológicas, las empresas periodísticas atesoran una responsabilidad corporativa básica para la formación de una opinión pública crítica y plural. Las empresas de comunicación tienen la función social de promover el debate abierto, honesto y honrado. En sus redacciones, los periodistas deben encontrar las condiciones idóneas para ejercer el oficio más bello del mundo, el de contar la realidad a la ciudadanía.

Información y opinión son dos facetas diferenciadas, complementarias, pero no han de contaminarse. Sabemos que en el debate público caben muchas opiniones e interpretaciones. Pero no deben caber todas. No puede caber la falsedad. Por mucho que se les denomine fake news, posverdad o realidad alternativa, se trata de tergiversaciones y falsificaciones. En definitiva de ese concepto universal y tan antiguo como la humanidad que es, sencillamente, la mentira. Cuando la mentira gana, pierde la democracia.

Los periodistas se juegan su oficio, su razón de ser, su lugar en el mundo. Las sociedades nos jugamos la libertad, porque una sociedad que acepta la mentira como moneda de curso legal corre el peligro de caer en brazos de la demagogia y la dictadura. Da igual la forma que tome la dictadura. A caballo o por vía electoral, llegue como llegue, es en esencia la negación de la pluralidad y del diálogo como mecanismo para resolver los conflictos. Hoy más que nunca necesitamos intermediarios fiables y respetuosos con la inteligencia de sus lectores.

Porque, como escribió Javier Moll a propósito del Día Mundial de la Libertad de Prensa, «el pensamiento y la personalidad de los pueblos son, en buena medida, el reflejo sociológico de lo que sus ciudadanos leen, ven y escuchan en los medios de comunicación». Con más razón cabe decir que es absolutamente necesario un periodismo libre, responsable, que trate a sus lectores como personas inteligentes y que no se conforme con explicaciones simplistas que tratan de explicar la complejidad con demagogia.

Escribe Amos Oz que «el fanatismo es una enfermedad contagiosa», con unos síntomas evidentes: «el desprecio a las situaciones abiertas y la necesidad imperiosa de saber cuál es la última palabra». El fanático necesita «cerrar el círculo» para simplificar la realidad y crear un mundo de blancos y negros, buenos y malos, suyos y nuestros. Una polarización social así es el escenario que muchos desearían también para la Comunitat Valenciana y para España. Algunos quieren achatar el espacio abierto que es imprescindible para un diálogo sereno y constructivo. No podemos ni queremos dejarnos apretujar en la bronca y la descalificación. Nos negamos a que la mala educación y el exabrupto colonicen nuestras vidas, la política y los medios de comunicación. Por eso brindo desde Alicante por el éxito de empresas como Prensa Ibérica y periódicos como INFORMACIÓN donde los lectores pueden acudir con la confianza de que la verdad no es negociable.