Cuando con apenas 12 ó 13 años vio la película La noche americana, de François Truffaut, decidió que quería dedicarse al cine. Esta cinta narra el rodaje de una película y eso fue precisamente lo que llamó la atención de Jorge Torregrossa, para quien era un auténtico misterio lo que sucedía detrás de las cámaras que filmaban las historias que veía en el cine y la televisión.

Quince series, varios cortos y dos largometrajes después, ya ha desentrañado el secreto de lo que se mueve tras los focos pero le sigue pareciendo «algo mágico».

El cineasta alicantino se ha lanzado de lleno a las nuevas narrativas en forma de serie que han traído consigo las grandes plataformas audiovisuales y en estos momentos rueda una «apuesta muy personal», Hache, un thriller sobre el tráfico de heroína ambientado en la Barcelona de los años 60 que a la vez resulta «muy actual». En un mes finalizará el rodaje de esta producción original de Netflix que se podrá ver en más de 90 países.

«Creo que plataformas como Netflix, Amazon, HBO y en breve Apple son el futuro de la industria. Todas ellas producen en todas partes y a todas partes. Esto por un lado da vértigo, pero por otro permite a los creadores realizar cosas muy diferentes porque se han roto las barreras y el público se atomiza, ya no tienes que hacer cosas que le gusten a todo el mundo porque cada proyecto tiene su público», reflexiona.

Aún recuerda cómo le impactó ver a una señora hace años en el metro de Nueva York disfrutando en su móvil de un capítulo de Gran Hotel que él había realizado. «Me quedé alucinado, en aquella época costaba mucho exportar la ficción, pero dentro de poco ya no será sorprendente sino normal ver cualquier trabajo de cualquier director en Madrid, Tokio o Ciudad de México», afirma.

Torregrossa ya sabe lo que es el éxito tras rodar episodios de La Señora, Velvet Colección, Bajo sospecha o 14 de abril. La República, pero ha sido con Fariña con la que ha ganado cuatro premios Iris de TV, dos FesTval y un Ondas. Asegura que «la vida me llevó a encontrarme con la televisión muy pronto en mi carrera, cuando estaba intentando sacar adelante una película que se retrasaba mucho y me apeteció probar». No se equivocó aunque no renuncia para nada al cine, al contrario, le encantaría rodar otra película. De momento, dos de las que ha realizado han visto la luz: Fin y La vida inesperada. «No dejaría una cosa por la otra. Al final es el mismo trabajo, contar historias, ya sea en formato de hora y media o en ocho partes de 45 minutos», señala. «Hoy día es muy difícil hacer cine, aunque quizá eso cambie con las plataformas que también apuestan cada vez más por producir películas», dice.

Lo que sí cambia es el tiempo del que dispone. «En las series todo va más rápido y es más estresante, todo es muy intenso porque en menos de un año ya está en manos del espectador, mientras que en el cine puedes tardar cinco años en el proceso. Pero me encanta ese ritmo frenético, me divierte», asegura el director alicantino. También le gusta el trato con los actores y con el resto del equipo. «Al ser tan intenso se crea como una familia durante el tiempo que estás rodando y se viven grandes momentos. Es una sensación muy extraña cuando terminas una serie como La Señora por ejemplo, en la que estuvimos dos años todos juntos y te gusta volver a coincidir con la gente después en proyectos posteriores».

Si le dieran a elegir sin límite de tiempo ni de presupuesto tiene claro lo que haría. «Una película de época romántica, decimonónica, de grandes pasiones, pero de forma moderna y rompedora, como un Visconti revisitado», explica. En su opinión «la época tiene una mayor capacidad de abstracción y fabulación, aparte de la magia implícita de salir de tu mundo, lo veo como una forma de escape y ensueño».

Por el momento confía en que Hache «funcione» para poder grabar más temporadas. Además, en Netflix ya le han comunicado que quieren seguir colaborando con él y proyectos no le faltan a este cineasta que incluso ha tenido que decir «no» a algunas propuestas «muy apetecibles» pero que le era imposible cuadrar con su ritmo de trabajo actual.

En la élite del cine

Antonio Dopazo, crítico de cine

Se ha convertido en uno de los más notables realizadores de series de TV de los últimos años, con aportaciones tan destacadas y brillantes como «Herederos»(2007), «La señora» (2008-10), «Bajo sospecha» (2016), «Carlos, Rey Emperador» (2015) y, muy especialmente, sus tres episodios de «14 de abril. La República» (2011-2018), que ha podido verse por fin en TVE después de un bloqueo «político» de ocho años, y «Fariña», una impagable crónica sobre el narcotráfico y el contrabando en la costa de Galicia.

El alicantino Jorge Torregrossa se ha situado, por ello, en la élite del cine destinado a la pequeña pantalla, confirmando unas cualidades narrativas y dramáticas que descubrimos en dos de sus primeros cortos, «Desire» y «Mujeres en un tren», que pertenecen a su etapa norteamericana, la vinculada a su estancia en Nueva York.

Aunque en el marco del largometraje para la gran pantalla su filmografía es todavía corta y no ha logrado plenamente sus objetivos, sus dos películas, «Fin» (2012) y, sobre todo, «La vida inesperada» (2013), revelan virtudes innegables que no debieran hacerse de rogar. Nuestro cine no está sobrado de nombres de su talla.

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