Santiago Limiñana (Anís Tenis)

«Anís y Mandarina Tenis son intocables, los hacemos igual que mis bisabuelos»

Trabajo, innovación, calidad y buen ambiente familiar. Estos son los pilares sobre los que Anís Tenis ha cumplido sus primeros cien años en Monforte del Cid. Su gerente, Santiago Limiñana, es ya la cuarta generación de la familia que se dedica a la empresa y lo hace junto a la tercera. Fueron sus dos bisabuelos, Francisco Limiñana y Antonino Botella, quienes fundaron esta destilería que curiosamente empezó llamándose Anís Fénix. «Por lo visto la marca estaba registrada, pero como ya habían hecho publicidad y empezaban a ser conocidos decidieron ponerle un nombre que sonara parecido y fue Anís Tenis, supongo que también porque eran aficionados a este deporte», cuenta Limiñana.

Desde entonces hay dos líneas de producción «que son intocables, Anís Tenis y Mandarina Tenis, que seguimos haciendo exactamente igual como homenaje a los fundadores», destaca el gerente. Esta última bebida es quizá menos conocida fuera de Monforte, pero allí recuerdan que todos los años «se celebraba un día festivo al que venían casi todas las familias del pueblo, pelaban mandarinas, se comían los gajos y dejaban las cáscaras para la fabricación del licor». Esta firma, que cuenta con trece trabajadores y que continúa en la misma nave en la que empezaron Limiñana y Botella al volver de Argel, está pegada al territorio, a sus tradiciones y a sus fiestas. Y lo combina con la innovación y la investigación para sacar nuevos productos al mercado. «Aparte de los clásicos licores hace poco nos lanzamos a las cremas de licor y estamos intentando recuperar una ginebra que fabricábamos en los años 60 y se dejó de producir», avanza Limiñana. Su área de distribución es el Mediterráneo español, donde venden cada año unos 480.000 litros de anís, aunque muchos franceses cruzan la frontera en busca de sus botellas.

Jesús Navarro (Carmencita)

«Los productos se crean en las fábricas y las marcas lo hacen en el corazón»

«Los productos se crean en las fábricas y las marcas en el corazón. A veces pensamos que somos unos románticos y nuestro negocio consiste en vender nostalgias envasadas, como son los aromas de los guisos de tu familia que aún hoy huelen a recuerdos del pasado», explica el presidente de Carmencita, Jesús Navarro. Hace cien años que su abuelo puso en marcha la empresa, para la que pensó en una imagen de su hija Carmen, madre de Navarro, con un mantón y un sombrero cordobés que hoy está presente en 63 países. Navarro cita como claves de su centenaria historia y del futuro de la empresa «la gestión de intangibles como la marca, la reputación y la Responsabilidad Social». Y considera que estos cien años tienen mucho que ver con la «honestidad y principios éticos» con los que siempre han tratado a trabajadores, proveedores y clientes.

En Carmencita se dedican, en palabras de su presidente, a la «selección de las especias por todo el mundo, ya sea en Indonesia, Vietnam, Sri Lanka o Perú, a la mezcla, molienda y envasado de las mismas en distintos formatos, intentando crear una cadena agroalimentaria sostenible». En este proceso cada vez tiene más peso la innovación. «Hoy el consumidor es muy sensible al precio, a todo lo que rodea la salud y al medio ambiente, por lo que continuamente estamos buscando productos más saludables, sin colorantes y aditivos y libres de alérgenos además de productos que faciliten la vida de nuestros clientes», asegura. De hecho, su inversión en I+D+i supone un 0.75% de la facturación. Navarro define la compañía como «muy de Novelda» pero con vocación de ser «líderes del sabor en España y líderes del sabor español en el mundo» para lo que han reforzado su equipo con «área managers para América, Asia/África y Europa» y así comercializar sus más de 700 referencias.

José María Carrillo (El Monaguillo)

«El secreto del éxito de la empresa radica en la apuesta por la calidad»

«La empresa se creó principalmente para las conservas vegetales, pero el fundador Bernabé Biosca, vio la posibilidad de comercializar dátiles, desconocidos en ese momento en el mercado internacional», explica el gerente de El Monaguillo, José María Carrillo. De esto hace ya cien años y la firma se ha convertido en líder del mercado del dátil en España, Portugal y América Latina.

Su fábrica, en el oasis tunecino del Djerid, fue renovada en 2011, «logrando una gran capacidad de almacenamiento frigorífico y de acondicionamiento» y actúa como dinamizador laboral en la zona, especialmente para las mujeres. El producto estrella de El Monaguillo es el dátil Deglet Nour, «el de más alta calidad del mundo», que recogen de 1,5 millones de palmeras datileras. Pero además, la sociedad Bernabé Biosca Alimentación cuenta con otras líneas de producto como tomate e higos secos, ciruelas y uvas pasas, otras frutas deshidratadas y aceite de oliva. Todos los procesos y la comercialización se coordinan desde las instalaciones que El Monaguillo tiene en El Campello. El secreto del éxito del grupo ha sido, además de la profesionalización de la empresa, su apuesta por la calidad. «Es un compromiso permanente y diario. Nuestra política de control de calidad nos permite garantizar un alto nivel de seguridad alimentaria», aseguran en El Monaguillo. Disponen de un laboratorio propio para «controlar los productos en cada una de las etapas de la producción permitiendo una reactividad muy alta». Y toda la actividad, desde que se recoge el dátil de la palmera hasta su comercialización, dispone de reconocidos certificados en calidad en seguridad alimentaria. El Monaguillo aúna así tradición con modernos sistemas de control de producto para continuar como líderes un siglo más.

La transmisión de valores

Juan Riera, Presidente de la Cámara de Comercio de Alicante

Decía a principios del siglo XX el ilustre economista y profesor de Harvard Josehp Schumpeter que la innovación produce una renovación constante del tejido productivo, que los nuevos productos destruyen a las viejas empresas. Evidentemente hay excepciones, menos de las que nos gustaría, pero son esas excepciones las que hoy nos ocupan en estas líneas.

INFORMACIÓN otorga uno de sus premios «Importantes» a El Monaguillo, Anís Tenis y Carmencita, tres de las empresas más longevas de nuestra provincia, tres empresas que han sido capaces de mantener la gestión empresarial, la sucesión, la innovación, la diversificación y la internacionalización como ejes de su estrategia para perdurar durante tantos años.

Mucho se ha discutido y analizado sobre cuáles son las claves del éxito de estas sociedades mercantiles, pero creo que hay un denominador común evidente que es la transmisión de valores, la transmisión de una forma de gestionar todo lo que rodea a las empresas.

Importante es el producto, los proveedores, los clientes, el servicio y por encima de los anteriores el personal, la mano de obra, la gran familia que componen todos los empleados de estas empresas. Sólo una buena gestión de los recursos humanos hace posible la pervivencia de estas sociedades. No debemos olvidar que cuando las cosas van bien los resultados llegan por sí solos, pero cuando van mal es necesario el apoyo, trabajo y sacrificio de todos los empleados para mantener a flote la nave. Y para conseguirlo, es indispensable la transmisión de esos valores.

El Monaguillo, Anís Tenis y Carmencita han sido capaces de superar muchas crisis económicas e incluso guerras. No hay una fórmula exacta para ello, pero sí una manera de hacer las cosas, de gestionar las empresas, hay valores que se transmiten de padres a hijos, de unos empleados a a otros. Hay trabajo, sacrificio, ética y compromiso. Felicidades a los tres y al Diario INFORMACIÓN por destacar su trabajo.

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