El mismo lugar, la cala de los Trabajos de Torrevieja, un mes de diferencia y tres menores a punto de morir ahogados. Los guardias civiles Jorge Albadalejo y Justo Ros son los responsables del final feliz de ambos sucesos gracias a una heroica actuación que a Albadalejo estuvo cerca de costarle la vida y que hoy, siete meses después, le recuerdan algunas cicatrices que han quedado en sus piernas tras las embestidas del mar contra las afiladas rocas.

El primer rescate, en junio, fue bastante complicado. «Me lancé al agua porque sabía que los medios aéreos no iban a llegar a tiempo e intenté sacar a los dos chicos pero no podía, así que salí del agua como pude, se tiraron otros compañeros y llegó un momento en que tampoco podían salir. Gracias a que un vecino trajo una manguera cogí fuerzas y me volví a lanzar a por ellos. Al final logramos salir», cuenta Jorge Albadalejo. Se da la circunstancia de que a dos hermanos de uno de los chicos y a varios de sus amigos los habían detenido ellos mismos poco antes del suceso.

Tras esta experiencia es aún más llamativo que apenas un mes después este guardia civil volviera a arriesgar su vida cuando ni los socorristas se atrevían a meterse al agua. «En el primero lo había pasado mal, pero eran dos niños y me tenía que lanzar al agua e intentarlo», indica. Consiguió mantenerlos a salvo durante «15 ó 20 minutos que se hicieron eternos», mientras su compañero iba a por las lanchas de salvamento. «Llevamos ocho años trabajando juntos y nos conocemos bien, hemos pasado por otros momentos de tensión, así que estaba preocupado pero a la vez tranquilo», rememora Justo Ros. «Ser guardia civil es muy enriquecedor a nivel personal, te sientes orgulloso y satisfecho de haber cumplido con tu deber», añade. Eso sí, por si acaso se repite la historia Albadalejo se ha comprado un pequeño chaleco y lo lleva en el coche patrulla.

Valentía y generosidad

Manuel Muñoz. Coronel jefe de la Comandancia de la Guardia Civil en Alicante.

Hay principios inalterables en el tiempo€ Las personas pasan, las instituciones permanecen. La solidez de los principios fundacionales de la Guardia Civil ha contribuido a que sea la institución más valorada por los españoles, sabiendo adaptarse a los cambios de una forma natural en cada momento cuando la situación así lo ha requerido.

Los hombres y mujeres que la forman son herederos de aquellos que desde el origen fueron muy sacrificados para ayudar a los ciudadanos en circunstancias extremas como naufragios, incendios, nevadas o inundaciones. Quizá por todo ello, recibió el título de Benemérita y fue galardonada con la Orden Civil de la Beneficencia destinada a premiar los actos heroicos de virtud, abnegación y caridad, y los servicios eminentes que innumerables guardia civiles habían realizado a lo largo de esos años desde su creación.

La Guardia Civil se creó en 1844 ante la necesidad de establecer una fuerza de seguridad, en un país que no la tenía de manera funcional, para luchar contra la delincuencia de la época en ciudades, caminos y despoblados. Para ello se eligieron a aquellos que demostraron ser los mejores activos. Fue la reina Isabel II quien decidió llamarle Guardia Civil por ser una guardia armada destinada a proteger a la población civil. Ya desde un primer instante, nació con la vocación de servicio y de sacrificio. Así, en el artículo sexto de la Cartilla del Guardia Civil dice: «Procurará ser siempre un pronóstico feliz para el afligido, y que a su presentación el que se creía cercado de asesinos, se vea libre de ellos; el que tenía su casa presa de las llamas, considere el incendio apagado; el que veía a su hijo arrasado por la corriente de las aguas, lo crea salvado».

Estas palabras definieron hace 172 años lo que significaba ser guardia civil. Ahora, casi dos siglos después, son las personas como Jorge y Justo quienes corroboran lo escrito con sus heroicas acciones.

Después del primer rescate que protagonizaron en junio, Jorge me confesaba haber temido por su vida: el peso de la ropa mojada, los esfuerzos por mantener a su lado a los dos afectados, el fuerte oleaje€ «Casi no lo consigo», me comentó pensativo y con un claro gesto de preocupación.

Sin embargo, esa certeza no le detuvo para lanzarse una segunda vez al agua, y esta vez, en peores condiciones. El miedo que pasó en el primer auxilio, le había hecho aprender y ser más fuerte, y utilizó esa experiencia para salvar dos vidas que parecían perdidas sin remedio.

La valentía y la generosidad de Jorge y Justo, dispuestos a perderlo todo a cambio de salvar una vida, representan los valores de servicio a los demás latentes en la Institución de la que formo parte. El reconocimiento que desde INFORMACIÓN nos dedican con este prestigioso premio, además de ayudar a que nuestros conciudadanos nos sientan más cerca, refuerza nuestros principios y nos motiva a seguir trabajando cada día mejor.

Enhorabuena compañeros por este premio, y mi más sincero agradecimiento por este galardón que otorga INFORMACIÓN en el que se nos reconoce en el ámbito del auxilio y de los servicios humanitarios.

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