Contento, agradecido y todavía sorprendido por un año donde ha florecido todo lo que sembró durante décadas en un discreto laboratorio de una universidad pública de provincias. Francis J.Martínez Mojica recibe el Importante de diciembre de INFORMACIÓN con la misma «alegría con que recibes cualquier otro», pero con el plus de que «es de tu zona y donde más te conocen en teoría». El microbiólogo ilicitano tiene problemas para sacar cinco minutos libres en un día a día lleno de clases, horas de investigación y emails de todo el mundo que en gran parte tratan sobre «edición genética», «CRISPR-Cas 9» y «Nobel».

Con la misma paz con que recibió la nominación a dos de los premios más importantes a los que puede aspirar una persona, contesta a cada correo. Y deriva a quienes no han entendido bien a qué se dedica a «los muchos otros sitios donde se investiga con esta técnica en España». «Preferiría ver mi nombre más asociado a la palabra procariota que a CRISPR-Cas9. Ni siquiera he investigado en edición genética, sino en bacterias; he trabajado en búsqueda de conocimiento y no en una aplicación concreta», apunta el investigador, con un tono alegre. Mojica parece tomarse esta fama, que en realidad llega tarde y mal, con humor y humildad. El motivo por el que es el hombre del año es fruto de un descubrimiento lateral de una investigación más amplia y que siempre estuvo centrada en «saber cómo funcionan y para qué sirven estos sistemas en sus hospedadores». Pero está hecho de la paciencia de la ciencia base y sabe que aunque haya confusión, al final todo beneficia a la investigación. Ese trayecto siempre inacabado del que se derivan hallazgos insospechados como el que ha colocado a Mojica en la carrera de los Nobel. Una carrera que es el dedo en la metáfora del sabio y la luna: «Me gustaría que se reconociera el trabajo de investigación, no la nominación».

Alumnos «Esperaba que hubiese un boom de solicitudes»

Mucho revuelo e interés repentino pero una matriculación discreta en Biología y otras disciplinas relacionadas. Alicante empieza a llamar la atención en la comunidad científica internacional gracias al trabajo del Instituto de Neurociencias de la UMH y de Mojica en la UA, pero, aunque hay más alumnos, no se puede hablar de burbuja. «Esperaba que hubiese un boom de solicitudes», comenta el investigador.