Bodegas Enrique Mendoza es un proyecto familiar en el que la pasión por el mundo del vino ha ido cristalizando en cuatro décadas de buen hacer.

Allá por el final de los 70 y en Alfaz del Pi, concretamente en la partida «El Romeral» es donde se plantaron unas viñas, ampliadas en cada nacimiento familiar, y se pusieron unos depósitos para fermentar las uvas.

Aquel fue el origen de los primeros vinos de Enrique Mendoza. Vinos sencillos y efímeros pero fermentados con cariño con los que Susi y Enrique nos deleitaban en la primitiva bodega.

La evolución fue rápida, llegados los años 90 tanto su calidad como su creciente volumen, permitieron dar el salto de la elaboración artesana y local a bodega con amplia proyección. La acertada compra de la finca «El Chaconero» en Villena, donde aparecieron uvas nunca vistas en la DO Alicante y la dedicación de Julián y Pepe al sueño familiar, siempre tan ligado al campo, afianzaron un proyecto que se amplió con una segunda bodega, la de elaboración.

El trabajo técnico y enológico de hace veinte años creó las líneas de vinos que todos conocemos y hemos disfrutado. Pero las personas evolucionan, y la pasión familiar por el campo unida a la amplísima visión adquirida por Pepe en bodegas del mundo entero han dado a luz a los nuevos vinos. Vinos de Finca, sobresalientes, vinos de personalidad varietal única, imbricados en el terreno que les crea y donde el respeto por el suelo gracias a un cultivo eco-biológico está dignificando a la Monastrell como pocas veces se había conseguido. Las Quebradas, El Estrecho y el nuevo Santa Rosa donde por primera vez se ve ensamblada la Monastrell son buena muestra de ello.

Unas instalaciones técnicas modernas e impecables, óptimas para la crianza y embotellado de sus vinos, el embellecimiento de la vieja bodega donde también caben los eventos o el enoturismo, completan hoy aquel proyecto inicial.

Esta bodega importante, clave en la renovación del panorama vitivinícola alicantino, continuará dando excelentes frutos ya que una parte importante de sus esfuerzos van altruistamente encaminados a facilitar el camino a quien quiere iniciarse o mejorar su trabajo en el mundo del vino. Proyectos de I+D+I en temas claves de variedades y suelos, cultivo sostenible o eco-bio, uso del agua o lucha contra plagas dejarán una huella en lo técnico tan perdurable como en lo humano nos han dejado hasta ahora.