Tras los duros años que ha pasado la afición en la última década, señalada por el dedo acusador de la moral animalista que viene defendiendo la prohibición de la fiesta, la tauromaquia asiste a un breve (de momento) renacer en la expectación de los más jóvenes. La Fiesta es más Fiesta que nunca. Y en las Hogueras también.

Así se ha podido comprobar en los tendidos hispalenses y madrileños, y así se ha venido viviendo también la plaza de nuestra ciudad, con esa grada lozana protagonizada por Tauro Joven, la más numerosa de cuantas se promueven por los cosos españoles. Quizá sea todo la lógica reacción a tanto ataque despiadado a la tradición, a la libertad, a la cultura.

Incluso durante varios años el equipo de gobierno de turno birló a la ciudadanía la posibilidad de informarse sobre los festejos taurinos en la agenda oficial de las Hogueras. Casi un desacato a la propia historia.

Y es que las Hogueras van íntimamente ligadas a la juventud y al toreo, le pese a quien le pese. Los 91 años de los monumentos fogueriles surgieron al calor de la celebración de las corridas de toros en aquellas primeras «Fogueres. La influencia mutua resultó de tal calibre que se dio una simbiosis en las fechas: los toros, que hasta entonces se mantenían ligados exclusivamente a la festividad de San Pedro, alrededor del 29 de junio, ya se acercarían al año siguiente al solsticio el día 23 de junio. Desde entonces, siempre han ido de la mano.

Las combinaciones anunciadas para la feria de este año por la empresa de Simón Casas y Nacho Lloret el 8 de mayo han ido cobrando enteros a partir de su misma presentación. El cartel de la primera corrida, el 21 de junio, por ejemplo, cobró especial peso cuando Pablo Aguado, casi un desconocido el día anterior, rompió la baraja y cualquier pronóstico cortando cuatro orejas incontestables ante el enfervorecido público se Sevilla, que se frotaba los ojos ante el torrente de gracia natural y melódica sencillez con que Aguado inundó el incrédulo albero maestrante. No se recuerda una irrupción tan abruptamente armónica desde mucho tiempo atrás.

También la presencia de Román le había concedido interés a la combinación, tras la oreja cortada a un toro de Adolfo Martín el 30 de mayo en Las Ventas. Sin embargo, el gravísimo percance sufrido cubriendo la sustitución de Emilio de Justo ante las reses de Baltasar Ibán dejó un hueco abierto que finalmente ocupará David de Miranda, lo que no deja de mantener e incluso aumentar el atractivo de la terna.

La cara y la cruz del toreo en estos dos nombres, en orden inverso. El torero onubense a punto estuvo de perder algo más que la movilidad en 2017, cuando una voltereta sufrida en la localidad de Toro casi lo dejó en silla de ruedas, y tras una lucha épica vio que el esfuerzo destapaba el reverso de la moneda el pasado 24 de mayo al desorejar a un gran toro de Juan Pedro Domecq en Madrid y convirtiéndose en una de las novedades con mayor tirón de la temporada.

Completa la terna López Simón, un diestro en evidentes horas bajas que sigue viviendo de la renta de las puertas grandes conseguidas en Madrid años atrás. Lidiarán toros de El Parralejo, un hierro entroncado con el encastado de Fuente Ymbro.

La tarde del 22 se anuncia el plato central del abono. La presencia conjunta de Manzanares y Roca Rey supone el argumento principal de la propaganda que se ha podido ver por la ciudad y una razón de peso para el peso específico de la feria. Que Roca Rey domina el interés de la afición es un hecho incontestable. Madrid y Sevilla se han vuelto a rendir a sus pies, y su toreo sabe de mando, mano baja y poder de sorpresa, combinación que está dándole sin fisuras el cetro del escalafón superior. Y Manzanares se mide en su tierra al mandón, por primera vez juntos en el mismo cartel.

Ya se sabe aquello de que ningún gallo quiere que otro se meta en su corral, y el alicantino, tras la ausencia en San Isidro y lo revolucionado del cotarro, necesita un golpe de efecto para demostrar que sigue contando en la cumbre. En Alicante lleva siendo muchos años profeta en su tierra. Por delante irá Sebastián Castella, que tampoco anda en su mejor momento pero suma por veteranía, y los toros a lidiar llevarán el hierro de Juan Pedro Domecq, un histórico en el coso alicantino. La terna se repetirá en la Feria de Julio de Valencia, lo que da medida de la atracción que despierta.

El alto nivel de alicientes se mantiene el domingo 23, con el pellizco y la creatividad impredecible de Morante de la Puebla junto al poderío superdotado de Julián López El Juli, que descerrajó por sexta vez la Puerta del Príncipe el 8 de mayo, y la calidad entregada de Paco Ureña, otro torero que mantiene su crédito gracias al eco de su toreo en la plaza de Las Ventas.

A Morante ya se le ha visto a una gran altura en anteriores citas sanjuaneras, aunque el pasado año no fuera precisamente su mejor actuación. Ureña, aun sin redondear, también ha podido mostrar su valía ante la afición alicantina. Y El Juli es casi un abonado a la puerta grande de la Mezquita del toreo, donde además lidiarán astados de su hierro fetiche, Domingo Hernández-Gracigrande, uno de los privilegiados en estos tiempos y de mayores garantías para los toreros.

El cartel con menos argumentos de peso lo han dejado los organizadores para el día grande. La tarde del 24 trenzarán el paseíllo El Fandi y Cayetano, con su innegable eco populista, junto al novísimo Toñete, cuyo principal aval para aparecer en esa terna no es sino ser apoderado por el empresario del coso, dato que hace recordar con cierto dolor al aficionado la ausencia de Francisco José Palazón, quien podría haber dotado de cierto alicantinismo al desprestigiado cartel sanjuanero, en el que los toros serán de Luis Algarra, que repiten por segundo año consecutivo.

Los rejones también tendrán su hueco el día de San Pedro, con reses de David Ribeiro Telles que serán lidiadas por Andy Cartagena, caballero benidormí que cuenta con numerosos seguidores paisanos y ha triunfado con fuerza en sus últimas apariciones en el coso alicantino, Lea Vicens, la curiosa amazona francesa, y Joao Telles, casi un completo desconocido rejoneador portugués.

Dos clases prácticas abrazan el grueso de la feria a pie. El jueves 20, con añojos de Daniel Ramos, mostrarán sus habilidades los alicantinos Abraham Segura, Carla Otero, Jesús Díaz Hellín y Manuel Encinas junto al valenciano Eloy Sánchez y el albaceteño Manuel Caballero.

El viernes 28 se lidiarán erales de El Parralejo por parte del valenciano El Niño de las Monjas, el murciano José María Trigueros, el castellonense Marcos Andreu y los alumnos de la escuela alicantina Kevin Alcolado, Cristian Expósito y Juan José Alba.

El ciclo taurino se completará el último día de junio con el Encuentro de Tauromaquias Internacionales, con forçados portugueses, saltadores franceses y recortadores españoles, y tendrá como anexo el 4 de agosto con una atípica novillada mixta, con novillos de Montealto para el rejoneador José Rocamora y los novilleros alicantinos Alfredo Bernabéu, Adrián Velasco y Borja Ximelis, y los valencianos Borja Collado y Miguel Polope.

Una lástima la reducción casi a la mínima expresión de los festejos de promoción, que no dejan de ser el vivero del futuro de esta fiesta que, otra vez por San Juan, en Alicante, prenderá la mascletà de la pasión taurina entre sus gentes de bien.