El 85% de las empresas que hay en España son familiares. Sin embargo, más allá de las cifras, ¿qué papel juega este tipo de sociedades en una situación como la actual?

Efectivamente, las cifras relativas a las empresas familiares en España son muy contundentes, y es evidente que tanto por número de empresas como por capacidad productiva y por contribución al empleo son el auténtico esqueleto de la economía española. Sin embargo, más allá de estas circunstancias, una situación económica como la que hemos vivido en los últimos años ha demostrado que en entornos de crisis, de dificultades financieras, de reducción de mercados, su capacidad de resistencia es muy superior a la de las empresas no familiares. Y, aún diría más, los valores que están implícitos en una empresa familiar han salido muy reforzados de esta situación, y considero que existe un amplio consenso social para reforzar y divulgar dichos valores.

¿Qué es lo que distingue a una empresa familiar, sea una microempresa o una multinacional, del resto?

Aunque parezca una obviedad, la presencia de una familia en la propiedad, el gobierno y la gestión de la misma. Precisamente la empresa familiar supone la introducción en el ámbito de la actividad empresarial de principios y valores definitorios de la institución familiar. Quisiera destacar fundamentalmente entre ellos el compromiso de las personas con la compañía, el papel crucial de la sostenibilidad, es decir, de la continuidad del proyecto, y la importancia otorgada a la responsabilidad social en sentido amplio, orientada no sólo hacia los agentes relevantes para la empresa, sino también hacia las comunidades y territorios en los que operan.

¿De qué armas disponen estas firmas para competir en un mundo tan globalizado?

Ante todo, de su visión estratégica. Las empresas familiares buscan por encima de todo la sostenibilidad y la continuidad del proyecto. Ello implica focalizar la planificación estratégica en el largo e incluso en el muy largo plazo, lo que, si bien puede generar algún inconveniente en términos de resultados a corto, termina por plasmarse en empresas más sólidas que pueden enfrentarse con más garantías de éxito a crisis económicas, como la que hemos padecido recientemente. Por otro lado, la enorme proximidad entre la propiedad, los órganos de gobierno, y los equipos de gestión dota a las empresas familiares de una flexibilidad muy elevada que les permite adaptarse con mayor rapidez a los entornos cambiantes que caracterizan hoy en día los mercados. Aunque existen otras muchas variables relevantes, no quisiera dejar de mencionar el compromiso existente entre los miembros de la familia y la empresa, que se convierte en algo más que una institución mercantil. De hecho, es una auténtica institución social, con todo lo que ello aporta para la comunidad.

Uno de los principales escollos a los que se enfrentan las empresas familiares llega precisamente en el momento de abordar la sucesión, hasta el punto de que la tasa de continuidad de las compañías cae de forma considerable al llegar a la tercera generación. ¿Qué falla en estos casos?

Lo primero que hay que decir es que dicho fenómeno refleja la enorme dificultad que supone mantener viva una empresa familiar a través de las generaciones, motivo por el que hay que felicitar a todas aquellas que salen triunfantes ante este reto. Sin embargo, no podemos ni debemos conformarnos con las actuales tasas de supervivencia, y, en este sentido, se puede decir sin temor a equivocarse que en la inmensa mayoría de los casos la desaparición de una empresa familiar se debe más a la existencia de discrepancias entre los miembros de la familia que a problemas derivados de la actividad empresarial. Sin duda, ésta es la cuestión más estudiada por los especialistas en empresa familiar, y existe un consenso generalizado en la propuesta de acciones orientadas a facilitar el relevo. Sintetizando, es absolutamente recomendable planificar con mucha antelación los procesos de sucesión, involucrar a toda la familia en dicho proceso y establecer las reglas de juego para la siguiente generación. En muchos de los casos de transición exitosa, estas cuestiones se han desarrollado en torno a la elaboración de un protocolo familiar.

¿Y cuáles son las claves a la hora de diseñar un protocolo de sucesión con éxito?

Es preciso insistir en que en la elaboración de un protocolo el proceso es tan o más importante que el resultado. El análisis de las cuestiones relevantes, su debate, y la adopción de soluciones consensuadas permiten de hecho que el documento final refleje en esencia el espíritu de la familia. También es sumamente importante la elección del momento para elaborar el protocolo, es absolutamente recomendable llevarlo a cabo en épocas de situación favorable para la empresa y en la que no se hayan planteado conflictos familiares. Hay que evitar el fácil recurso a la copia o adaptación de otros protocolos familiares, ya que se trata de un traje a medida. Cada familia en cada momento del tiempo debe elaborar el protocolo que se ajuste más a sus deseos y necesidades. Por último, es bueno ver el protocolo como un pacto generacional, entre los que se van a ir y los que van a llegar, y, por consiguiente, requiere de adaptaciones temporales en la medida en que vaya evolucionando la situación de la familia.

Los datos macroeconómicos empiezan a ser positivos después de mucho tiempo e incluso en la asamblea celebrada en abril los socios del Instituto de la Empresa Familiar admitían que ya se aprecia cierta mejoría del clima económico. ¿La recuperación es un hecho?

Las cifras macroeconómicas demuestran con claridad que nos encontramos en el inicio de la tan deseada recuperación económica, aunque probablemente algunos la vean con escepticismo, ya que el ritmo de crecimiento de la economía todavía no ha alcanzado tasas muy elevadas. Ello no debería preocuparnos porque, después de una recesión tan profunda, se necesita un período de consolidación antes de volver a tasas espectaculares de crecimiento, y me gustaría añadir que las tasas de crecimiento anteriores a la crisis tenían más que ver con una serie de burbujas que con la capacidad real de la economía española. Todos aquellos que trabajamos muy próximos al mundo empresarial somos perfectamente conscientes de que se ha producido un cambio de tendencia importante más allá de las cifras, y que deberíamos concentrarnos en el futuro para consolidar esta tendencia y dotarla de bases firmes para acometer el crecimiento.

¿Cuáles son los puntos débiles de la economía española en estos momentos?

Si analizamos las principales variables macroeconómicas, y al margen de que siempre es posible mejorarlas, creo que en la actualidad el principal punto débil de la economía española es sin duda la elevadísima tasa de desempleo existente. Desgraciadamente, éste es un problema recurrente de nuestra economía, ya que incluso en épocas de gran bonanza económica tenemos un volumen importantísimo de desempleo. Estamos hablando en consecuencia de un problema estructural que puede experimentar pequeñas mejorías con la aplicación de medidas puntuales, pero que, para su adecuada resolución, requiere de un planteamiento de futuro completamente nuevo en el ámbito del mercado laboral.

¿Qué debe aprender un país como España de la crisis?

Son múltiples las enseñanzas que nos ha deparado la crisis, la primera de ellas precisamente es la necesidad de tener memoria histórica ante determinado tipo de situaciones, pero en términos más economicistas podemos indicar, por encima de todo, el desconfiar de situaciones de crecimiento económico elevado que coincidan con tasas prácticamente nulas de crecimiento de la productividad. Dicho fenómeno es un indicativo claro de la presencia de una burbuja. También es importante tener en cuenta el peligro de fundamentar el consumo y la inversión en el apalancamiento financiero. La tentación de endeudarse en exceso es muy fuerte habitualmente en España y su corrección requiere períodos de tiempo bastante dilatados. En última instancia, el crecimiento debe basarse en realidades y no en operaciones especulativas. Es preciso volver a poner en valor a las empresas tradicionales y desconfiar de los crecimientos excesivamente rápidos.

¿Y las empresas familiares?

Como ya dije con anterioridad, las empresas familiares se han adaptado mejor al escenario de crisis, por su flexibilidad, su compromiso con el proyecto y su planificación a largo plazo. Sin embargo, de cara al futuro, sería bueno recordar que una capitalización importante permite a las empresas funcionar adecuadamente incluso en presencia de importantes crisis financieras.

Desde la experiencia que da haber estado en el comité de expertos para la reforma fiscal, ¿qué valoración hace de la remodelación planteada por el Gobierno a partir del trabajo elaborado por ese grupo de trabajo?

Es cierto que de las numerosas recomendaciones realizadas por la Comisión para la Reforma del Sistema Tributario Español sólo algunas han sido tenidas en cuenta, aunque también es cierto que la reforma se planteaba en dos etapas, una primera orientada a reducir la imposición directa, básicamente renta y sociedades, pero sin comprometer los objetivos de déficit público asumidos por el Gobierno español, y una segunda más ambiciosa que debería ponerse en marcha en cuanto se considere que se han cumplido adecuadamente los compromisos suscritos hasta 2016. En cualquier caso, en la medida en que la recuperación económica continúe, es recomendable que se lleven a cabo nuevos ajustes en los impuestos, con la finalidad de que la demanda interna apoye decisivamente a la externa y garantice la entrada de la economía española en la senda del crecimiento.

¿Qué trascendencia tiene un congreso nacional como el que se desarrolla hasta el martes en la provincia de Alicante?

El Congreso Nacional de la Empresa Familiar es el acto más importante que se celebra en España para recoger las inquietudes y necesidades de las empresas familiares. El hecho de que se lleve a cabo su XVII edición en Alicante es buena muestra de la importancia del tejido empresarial familiar de toda la provincia, y la valoración muy positiva que se realiza desde el IEF de las actividades de la Asociación de la Empresa Familiar de Alicante.

¿Qué percepción tiene la sociedad en estos momentos de las empresas familiares?

Creo que, en general, y al margen de las personas directamente implicadas en las mismas, la sociedad tiene una visión positiva de las empresas familiares, pero desconoce en buena medida cuáles son sus objetivos, sus retos y las dificultades frente a las que se encuentra para desarrollar su trabajo. Con congresos como el que se va a desarrollar estos días en Alicante pretendemos, entre otras cosas, que la sociedad conozca y valore adecuadamente a las empresas familiares que son, sin ningún género de duda, la base de nuestra economía.