La economía española empieza a remontar el vuelo al margen de o a pesar del empeoramiento que vive la situación política del país. Al menos así lo creen los alrededor de 500 asistentes al Congreso de la Empresa Familiar que, en la encuesta de opinión que cada año se realiza durante el evento, dejan bien claro que en estos momentos la clase política, lejos de contribuir a la recuperación con sus propuestas, supone un lastre para la mejora de la actividad. Así, mientras que los empresarios califican con un 4,26 sobre 9 -rozando el aprobado- la actual coyuntura económica, frente al 2,32 que le daban en la cita del año pasado; en el caso de su valoración de la situación política la nota media es de tan solo un 1,08 sobre 9. Un «muy deficiente» que, además, supone un empeoramiento de la bajísima calificación que ya le otorgaban el año pasado, de un 1,66 sobre 9.

De esta forma, queda claro que los escándalos de corrupción no sólo han contribuido al auge de formaciones como Podemos o al aumento de la indignación ciudadana, sino que también han erosionado la imagen de las administraciones entre el gran empresariado español.

Dudas sobre la recuperación

No obstante, más allá de la política y a pesar de la mejora que refleja la consulta, la valoración de la situación económica que realizan los empresarios tampoco es para echar cohetes y las dudas sobre la recuperación continúan, como se pudo ver también durante alguna de las conferencias. La falta de consenso quedó especialmente patente en el animado debate que mantuvieron el economista José Carlos Díez y el catedrático Carlos Rodríguez Braun. Díez, conocido por ser muy crítico con las políticas de austeridad del Gobierno y, en general, de toda Europa, fue rotundo: «Si quieren que les anime podemos hacer "coaching" pero no hablaremos de economía», señaló para dejar claro su pesimismo. «Estamos mucho peor que Japón en los noventa», insistió, en referencia a largo periodo de estancamiento y caída de los precios -deflación- que vive el país asiático desde hace dos décadas y que, a su juicio, es lo que le espera a España si sigue por el camino actual.

Al respecto, Díez destacó especialmente la necesidad de abordar el importante problema de la deuda pública en la mayoría de países europeos y consideró imprescindible algún tipo de reestructuración, a pesar de que, como reconoció, este tema parezca tabú y sólo grupos como IU o Podemos se atrevan a proponerlo. «O lo hacemos ordenadamente o a la argentina -en referencia a la declaración de fallido que tuvo que afrontar el país sudamericano en la pasada década, que acabó provocando el corralito-, pero vamos a tener que afrontarlo», aseguró y puso a Estados Unidos y a sus fuertes inyecciones de estímulos como el ejemplo a seguir para romper el círculo vicioso actual.

Por su parte, Braun defendió que los datos actuales no avalan en ningún caso la posibilidad de una tercera recesión y destacó que los economistas «llevan 200 años equivocándose», en referencia a aquellos que auguran una nueva recaída. «Ha habido un gran ajuste de empleo y de empresas, pero ya está hecho, y eso nos prepara para crecer de nuevo», señaló el catedrático argentino quien, no obstante, sí insistió en la necesidad de acabar definitivamente con el déficit público sin subir los impuestos.

Valor de las empresas familiares

En cualquier caso, lo que quedó claro en las conferencias de ayer es el peso que tienen las empresas familiares no sólo en la economía, sino en la recuperación. Para ello, los ponentes apoyaron sus argumentos en los valores que presentan este tipo de compañías, y precisamente éste es el tema que se abordó en la mesa redonda «El valor del empresario familiar». Fue en este marco en el que empresarios de diferentes sectores trataron de definir las características que les diferencian de otro tipo de mercantiles. Sin ir más lejos, el consejero delegado de Chocolates Valor, Pedro López, puso el acento en que el principal rasgo diferenciador de estas empresas es que «ponen su corazón en lo que hacen, y pelean hasta la saciedad, incluso por encima de otros intereses particulares».

Ahora bien, el presidente de Gestamp Automoción, Francisco Riberas, alertó de que es necesario que los empresarios familiares se pongan en valor, para dejar atrás la percepción negativa que tiene la sociedad de ellos. Para ello, abogó por «vender» la labor que hacen, siguiendo el modelo anglosajón. En términos similares se pronunció el presidente del Grupo Celsa, Francesc Rubiralta Rubió, quien admitió que es necesario que se profundice en la labor de marketing para dar a conocer lo que hacen estos empresarios. El presidente del Grupo Uriach, Joaquín Uriach, incluso fue más allá, y puntualizó que los empresarios familiares se caracterizan por los riesgos que asumen y las «ganas de complicarse la vida», e hizo un llamamiento para humanizar a los empresarios, hasta el extremo de que sentenció que «nosotros representamos el capitalismo humano».

Finalmente, Rubiralta, demandó cambios legislativos en materia de energía eléctrica, logística, flexibilidad laboral y fiscalidad, para potenciar la industrialización.