El 9 de febrero pasado en el Círculo de Bellas Artes de Madrid se presentaba un documental sobre Gregorio Ordóñez, el concejal popular asesinado por ETA en 1995. Asistía toda la cúpula actual del PP y también el hombre que fue su líder indiscutible: José María Aznar. Mal momento para reunirse en público. Mal año éste para los populares a cuenta de los manejos de su ex tesorero Luis Bárcenas. Primero, el descubrimiento a mediados de enero de las cuentas en Suiza. Después apareció la noticia de que se pagaban "sobres" dentro del partido. Y aquel 9 de febrero hacía sólo diez días que habían recibido un bofetón sin precedentes: la publicación de los llamados ´papeles de Bárcenas´, la supuesta contabilidad en B del partido, donde se recogerían tanto donativos de constructores como el pago de sobresueldos a los más destacados dirigentes entre 1990 y 2008. La mayor parte de ese período fue de aznarismo rampante. Así que el estreno de aquel documental parecía el momento propicio para que el propio Aznar dijera algo.

Pero la esfinge no habló. En público, el hermético Aznar no ha dicho ni mu sobre el terremoto que sacude a su partido. Su única acción ha sido presentar una demanda contra el diario ´El País´, el periódico que publicó los papeles de Bárcenas, por relacionarle con esta supuesta contabilidad en dinero negro. En cambio, de puertas adentro, Aznar sí que habla. Y no precisamente en tono conciliador.

-Aznar está que lo llevan los demonios.

Quien lo cuenta es un destacado representante de la llamada ´vieja guardia´ del PP nacional que si no ha tenido acceso directo a la esfinge -eso lo deja en una nebulosa- sí que intercambia información con quienes acceden al actual presidente de la Fundación FAES y son partícipes directos de su cabreo. Dice que sería impensable que el ex presidente del Gobierno se mantuviera apartado de un escándalo que tiene a su partido "completamente grogui". Muchos de quienes tanto mandaron en la era del "España va bien" lamentan el desconcierto actual que impregna a una formación política que llegó a ser "lo mismo que el PSOE había sido en la época anterior". O sea, todo.

Uno de los motivos fundamentales del profundo malestar de Aznar y de muchos dirigentes y ex dirigentes populares es la atolondrada estrategia de respuesta a Bárcenas, si es que la hubiera. Ahí, la escena paradigmática es el titubeo de la secretaria general, María Dolores de Cospedal, al explicar la indemnización diferida/simulada de Luis Bárcenas. Lo que algunos analistas ven es este panorama: el ex tesorero rodeando él solito la sede nacional de la calle Génova de Madrid. Pero así no se resuelve nada. "Si este tío es un chorizo, hay que ir a por él", sentencia la misma fuente. Sin embargo, no van a por él. O no se sabe si van o vienen. Algo muy al estilo Rajoy.

Ni siquiera hay un interlocutor único con Bárcenas. Algunos aseguran que llegan hasta cuatro las personas que, de una manera u otra, contactan o negocian con el hombre que desde 1982 llevó las cuentas del PP. El hombre que lo sabe todo y todo lo tiene anotado. Entre esos enlaces se han citado a José María Michavila, letrado del Consejo de Estado y ex secretario de Estado de relaciones con las Cortes, y a Pedro García de la Serna, diputado por Segovia y ex jefe de Gabinete de Javier Arenas. Esa última parece la vía más directa para llegar a la cumbre donde reina ese avezado montañero llamado Bárcenas. De hecho, todo apunta a que en un primer momento fue Javier Arenas quien mantenía el contacto con el hombre bomba cuando, pese a estar involucrado en el ´caso Gürtel´, aún tenía acceso al edificio de Génova. Esa conexión, según los consultados por este periódico, se mantiene aún ahora. "Sigue teniendo hilo directo", dicen. De hecho, la demora de la demanda que el PP anunció por la publicación de los papeles de Bárcenas habría que atribuírsela precisamente a las reticencias del propio Arenas a respaldarla. Al final, el vicesecretario general de Política Autonómica y Fiscal puso su firma junto a la de los ex dirigentes Acebes, Mayor Oreja y Rato.

Algo de esa reticencia se trasluce de la redacción de la propia demanda. El PP no va directamente contra Bárcenas. Los populares demandan al periódico que publicó los comprometedores acuerdos contables y, a continuación, en un alambicado formulismo, cargan "contra el autor de los falsos papeles que, según dicho medio, es Luis Bárcenas, aunque él lo haya negado públicamente y ante la Fiscalía Anticorrupción".

¿Por qué Arenas tiene ese protagonismo que él, por otra parte, ha negado? Porque Bárcenas y él tienen muy buena conexión personal. Y por lo evidente: Arenas fue secretario general del PP entre 1999 y 2003. Trabajaron codo con codo y eso crea complicidades. Pasa en todos los trabajos. El sevillano de pelo blanco llevaba las riendas del partido y el onubense de pelo blanco, pero engominado hacia atrás, los dineros. En abril de 2010, cuando Bárcenas ya estaba involucrado en ´Gürtel´, Arenas se mostraba "absolutamente orgulloso" del "extraordinario trabajo" de L. B. al frente del partido, de la "transparencia" y las "cuentas claras" que había presentado. Hoy esa defensa, ese interés que demostró y seguiría demostrando Arenas, suscita entre algunos sectores del partido una doble pregunta. Es ésta: ¿además de la afinidad personal o de la amistad que medie entre ambos, esa actitud del ex secretario general del PP tiene como objetivo evitar que se mancille la gestión que el mismo Arenas encabezó durante aquellos años al frente del partido o hay algo más? Es como si el hombre bomba llevase dos tipos de explosivos dentro. Uno te amputaría las piernas, pero el otro es mortal de necesidad. "Y esa es la duda, esa es la duda", repiten encogiéndose de hombros quienes conocen bien las interioridades del PP.

La misma sospecha -mera sospecha, mera cábala, todo son aún presunciones en un partido conmocionado- se extiende del mismo modo a otro secretario general, a otro político que también demostró afinidad personal con Luis Bárcenas y también salió públicamente en defensa de su honorabilidad, incluso llegando a cuestionar la actuación de los investigadores policiales del caso. Ese político es Francisco Álvarez-Cascos, secretario general del PP entre 1989 y 1999 y ministro de Fomento entre 2000 y 2004. La singularidad de este último es que ahora se encuentra extramuros del PP y, desde la perspectiva madrileña, este declarado enemigo mortal de Rajoy lidera una pequeña formación regionalista transmontana, lo que le daría un perfil idóneo de eventual cabeza de turco. Sin embargo, nada más lejos de la realidad. Quienes trataron a ´Paco Cascos´, como muchos lo llaman en Madrid, no olvidan ese carácter que tantos dolores de cabeza les causó y tampoco pueden obviar que si Bárcenas tiene información sobre el PP, qué no tendrá, qué no sabrá, el actual líder de Foro Asturias. Desde que su nombre apareció en los papeles de Bárcenas como el segundo dirigente del PP que después de Rajoy más dinero habría recibido (321.391 euros entre 1990 y 2004) Cascos se ha limitado a defender su propia honorabilidad y a negar haber ingresado cualquier tipo de dinero que no constase con el preceptivo soporte documental y retención de Hacienda.

No es fácil desactivar a L. B., el hombre bomba. Como en las películas, la tensión se dispara en esta escena: nadie sabe si cortar el cable rojo o el cable azul. Mientras, el temporizador sigue avanzando hacia la explosión. La bomba sigue cebada. Se sabe que, hasta la fecha, Bárcenas lo que ha hecho con sus papeles es sólo "enseñar la patita", "enviar algunos recados". Y eso lo aseguran quienes, a renglón seguido, sostienen que la supuesta contabilidad clandestina que ha sido publicada es una selección de todos los apuntes que tendría en su mano el ex tesorero. Una contabilidad que habría pasado por dos filtros.

Primero, el del propio Bárcenas. Segundo, el de una muy alta instancia del partido que habría conocido el contenido de esos cuadernos de la marca Miguelrius escritos con letra afilada de puntilloso amanuense. En el primer corte habrían sido liberados del público escarnio otros presuntos perceptores de sueldos situados en puestos inferiores del partido. Gente de la que sí habría recibís. Porque del primer y segundo escalón de mando se asegura que no existen tales recibos firmados. A los observadores avezados -que conocen las interioridades del partido y sus satélites empresariales- también les llama la atención que salgan citados como donantes algunos empresarios de la construcción y otros no. Parece que algunas omisiones atentan contra la proporcionalidad de la facturación y el peso de esas compañías en el sector. "Quizá los que salen citados sean quienes peor le caen a Bárcenas o a quienes menos favores les debe", dice uno de esos avezados analistas.

Y luego está la segunda purga, previa a la publicación de los espinosos documentos, hecha supuestamente allá donde se acaba la cadena de mando. Ahí se ignora quién o quiénes fueron los salvados. En los papeles hay un período que no aparece reflejado: 1993-1996.

Con la llegada de la primavera, el ´caso Bárcenas´ se ha convertido en el ´caso Ruz-Bermúdez´, los dos jueces de la Audiencia Nacional que pugnan por quedarse con esta investigación en una insólita batalla judicial donde la fiscalía también mete cuchara. Pero ya se vislumbra un nuevo punto de atención: vamos viajando desde las supuestas comisiones que la red de Correa captaba entre constructores de su ecosistema corrupto -y que también aportaba su diezmo al partido- hacia a otro universo más amplio, una galaxia de dádivas de un grupo más amplio de constructores que supuestamente hacían sus donativos al PP en una época en que también recibían cuantiosas adjudicaciones de obra pública, la mayor parte de ellas del Ministerio de Fomento, por entonces encabezado por Álvarez-Cascos.

Esa es la madeja, si es que la hay, que ahora se trata de desenredar. En el centro de ella está Bárcenas, el hombre bomba. El mismo que, a la vista de la pugna judicial abierta en torno a su persona, ya se atreve a dar entrevistas en una cadena de televisión muy escorada hacia la derecha. En esas declaraciones califica todo el caso de "sainete" y avisa de que "en función de cómo evolucionen los acontecimientos y en defensa de mis intereses diré lo que tenga que decir". Sigue a la ofensiva. Pese a haber sido senador por Cantabria y haber concurrido dos veces a unas elecciones, Bárcenas asegura que se siente molesto por las "miradas y los cuchicheos" que le dirige la gente a él, que nunca desarrolló "actividad pública de ningún tipo".

Por eso hay que seguir teniendo mucho cuidado con ´Luis el cabrón´, como Correa lo apodaba. Y para manejar tan complicada situación, desactivadores expertos vinculados al PP subrayan a este diario que hay que manejar un concepto clave: "Tenemos que ir viendo cómo evoluciona el horizonte de la cárcel". Es uno de los objetivos, acaso el principal, que se ha marcado Bárcenas: no entrar en prisión. Eso y, además, quedarse con los millones. Por descontado. Aunque parezca inaudito. Sólo hay que leerse las 102 páginas de su declaración del pasado 25 de febrero ante el juez Pablo Ruz. Hay una obstinada idea de fondo: el dinero es suyo, limpio y suyo. Procede exclusivamente de su acierto en los negocios, lo llevó a Suiza por primera vez en 1988 y eran exactamente 80 millones de pesetas que obtuvo de su participación en una empresa alemana llamada Innova que comercializaba material deportivo y unas gafas muy de moda en ese momento. Todo con socios inversores alemanes, nadie conocido por aquí. Puso 600.000 pesetas en esa compañía alemana y luego su pericia hizo crecer y multiplicarse aquella inversión. Hoy, asegura, tiene (datos de diciembre pasado) exactamente 8,3 millones en el Dredsner Bank de Suiza y 9,3 millones en el Lombard. Esta última cuenta aún no ha sido desmenuzada por las autoridades españolas.

Bárcenas ya ha dado por descontado el descrédito social que va a caer sobre su persona: él va a mantener la pasta y a seguir en libertad. Punto. Esas son las variables que marcarán sus movimientos. Los suyos y los de sus contrincantes políticos en este caso. Son las mismas variables que a algunos les hacen preguntarse por qué Bárcenas sigue viajando a esquiar por medio mundo si en otros escándalos de corrupción la prisión provisional cae, en el minuto cero, sobre imputados de menos categoría. O por qué no se ha registrado su domicilio, si es que tantos papeles supuestamente atesora L. B. Son sólo preguntas de quienes, desde un profundo conocimiento de la actividad política y del PP, saben que éste es un asunto extremadamente peliagudo y que el dejar pasar el tiempo, algo tan propio de Rajoy, acaso no resulte la mejor salida. Esta vez igual no cuela. Alguien que contó con la confianza de Aznar, esa esfinge devorada hoy por los demonios, apunta a este diario: "Los políticos a veces pensamos que tenemos controladas las cosas, pero nunca se sabe cómo van a acabar. Mira lo que pasó con el Watergate".