Las primeras imágenes en directo del incendio de la catedral de Notre Dame hace apenas seis meses llegaron desde los smartphones de los ciudadanos, a través de las redes sociales. De inmediato, las televisiones reaccionaron y comenzaron a emitir las primeras informaciones sobre el suceso a través de sus emisiones en abierto, en sus canales en youtube y en sus redes sociales corporativas. Así lo hicieron corporaciones televisivas como France 24, BB, y Deutsche Welle, entre otras. En pocos minutos, las imágenes difundidas por los ciudadanos a través de las redes sociales y el relato visual proporcionado por las cadenas televisivas o por las plataformas digitales se disputaron un sitio en la curiosidad informativa de todo el mundo. Este caso refleja muy bien el actual panorama de la multioferta de contenidos audiovisuales propiciado por las redes de distribución digital. Un escenario que algunos ya denominan como postelevisión.

La inmediata llegada de la telefonía 5G y el internet de las cosas apuntan a otra profunda transformación de la oferta de contenidos audiovisuales y los modelos de consumo audiovisual. La tecnología 5G permitirá visionar todo tipo de contenidos audiovisuales con una alta calidad de imagen y el internet de las cosas introducirá al espectador en experiencias inmersivas que hasta ahora se antojaban como algo excepcional en la oferta televisiva.

¿Significa todo esto que la televisión en abierto tiene los días contados?.No parece probable. En los próximos diez años, el actual modelo televisivo lineal y gratuito todavía cohabitará con la oferta de contenidos de plataformas digitales y con el consumo televisivo bajo demanda. Otra cuestión es si sabrá adaptarse al próximo envite tecnológico y revertir la tendencia actual de su pérdida de audiencia. Independientemente de estos interrogantes, es necesario un replanteamiento de los contenidos y formatos televisivos para hacer frente a los nuevos impactos tecnológicos y a los previsibles cambios en los hábitos de consumo.