«Confidencias» que siguen, y cumplen años.

Sí, cada semana cumpliendo, viernes a viernes.

Y sobre todo cumpliendo proyectos y conociendo a personas que los hacen posible por su implicación empresarial, ya que les funciona lo que hacen con el programa y, fundamentalmente, porque estar con nosotros es estar acogidos en una experiencia de televisión integral, programa, fotografías, gastronomía, hospedaje y la complicidad de pensar y sentir en voz alta.

¿Compatible con tus otras colaboraciones en TVE y en radio?

Por supuesto, y todo tiene su singularidad. Porque aunque es el mismo oficio, el entorno es diferente. Empecé con los grandes, con los de reconocido prestigio, y me hicieron una de ellos, pero he aprendido que lo importante no lo marca el cuánto, ni la inmensa mayoría, el éxito es una quimera temporal. Decidir, incluso dentro de «la ficticia libertad» en la que vivimos, es mi regalo, mi premio y estar en medios de distintas ciudades, me hace ser lo que soy, nómada.

¿Tu mayor deseo?

La felicidad de mis hijos y de mi nieta Luna, y seguir siendo la copiloto del hombre con el que aprendo día a día a «vivirnos bien». Y por supuesto, implicarme cada vez más en lo mucho que nos queda por evitar - el terrorismo contra las mujeres y contra sus hijos-. Es una tragedia, con muchos cómplices.

¿Hay tiempo en un programa de televisión para la implicación social?

Hay necesidad, al menos en mi caso, mi poema del comienzo, la frase del final. A poquitos, con hechos y gestos, el feminismo es la respuesta.